Las mañanas me nombran,
desde el vacío sereno
del firmamento,
me observan,
con los ojos del alma
y mi mente flamea
a través,
del color de las estrellas.
Mi razón se sumerge
entre quietas aguas,
contemplando
la ventura de los peces
y aún me examinan,
las mañanas
con ojos de cielo
y corazón de estrellas.