Lágrima que ausenta el alma,
Quiere decir un tanto,
Llego hasta el amanecer.
Vuelve implosiva el llanto de la soledad,
Para morir antes que las rosas,
Quieran dañar.
¡Pero quien!,
¡Pero quien!,
Ha de escucharme.
El lápiz de piel,
Y mi alma quebradiza,
Rompió el llanto,
Le hablo al papel,
Al clavel.
El llanto se secó,
Volviéndose arena que pulía.
La histeria vomitaba pedacitos de alma,
Y
Entre mis dedos pétalos nacían,
Y morían en calma la raíz que la vio nacer.