nelson.ms95

Oda a la guitarra

Sola, escondida,

ebria de silencio

como la noche de un campo,

te encontré,

polvosa, desafinada

dentro de tu sarcófago negro. 

Te desnudé,  

te acaricié 

y me mordiste los dedos. 

Devolví mis pasos

pero me persiguió tu dulzura sonora

por las noches,

corriendo

desde la piel a las paredes

o a las espigas o a las estrellas;

por el día,

devorando

segundo a segundo

la soledad del crepúsculo,

y ya no solo fueron tuyos mis dedos,

hasta mi voz sonaba a madera.

 

Guitarra,

es ahí, en tu cuerpo

donde se extienden

las brisas silenciosas de la tierra

esperando

embriagarse con tu sangre,

es ahí en tu cuerpo,

el sonido

que baila;

es ahí en tu cuerpo

la paz

que habla.

 

Eres como la casa vacía,

petrificada sobre el tiempo,

hasta que mis manos

como dos ventanas

te comunican con el brillo

del firmamento sonoro,

y ya no tienes

más habitaciones sombrías

sino que un hogar

de acordes y armonías.

 

Es en ti,

el aire que baila,

es en ti,

el sonido que danza,

es en ti,

la paz 

que canta.          

 

25/10/2011.-