1
Que huyes de la tormenta
para refugiarte bajo la lluvia
y le armas garúas
a la primavera.
2
Sigues a cuestas del poder entrar,
aunque le haya cerrado las puertas al deseo;
y haces "eses" donde he dejado de jugar,
para surcar la cumbre y admirar los ríos a ras del cielo.
3
Tienes por palma la misericordia en una mano.
Riegas a la gravedad dejando a mi parecer tus intenciones.
Que no tengas que preguntarte cuándo,
dejarán de ser mías tus ilusiones.
4
Me distraes cuando la prisa
hace las veces de mañana.
Pones en los pliegues de mi camisa
vapores con perfumes de suertes que sortearán el alma.
5
Mira como la risa se apodera
de cuanto se hizo trazo inadvertible en la fugacidad del alba.
Sabes que de veras,
me has atravesado el corazón con una bala.
6
No es por decidida,
que te has puesto los tacones que a las nubes rascan.
Si es por bajitos que tienes los pies puestos en tierra
por lo que has empeñado al ausentismo tus alas.
7
Al cabo de la serenidad un cometido,
véanse como se vean las simulaciones.
Nada se habrá hecho ni entendido,
si al final seguimos apostando a las contradicciones.