Todas las noches fijaba la mirada
desde la atalaya en que había convertido
el escueto balcónn de su morada.
Entonces sólo observaba, cielo, sol, luna,
estrellas, lluvia, montes, nieblas....
Y en su eterno cavilar, cuando observaba sin mirar
quiso comenzar a pintar en imaginario y blanco lienzo
hermoso paisaje nocturnal.
Y las impávidas lámparas de las casas
Y los cerros coronados de luciérnagas
de pronto llenaron de resplandor la tela
que tenía preparada en el caballete de su interior.
segura de que un día en ella dibujaría la inmensa obra del Creador.
que a veces le ocultaba las estrellas
otras la luna y hasta el radiante sol
y sólo iluminaba con bombillas
colgadas de casas y de postes
allá en la gran ciudad,
urbe que a lo lejos divisaba
resplandecientes, amarillas, centelleantes.
o con tímidos faros de los autos que rodaban
serpenteando empinada carretera
cargados de almas en feliz retorno
al tibio hogar para el descansar
de una larga jornada laboral...