En el silencio oscuro de este cuarto,
que alguna vez fue templo
de caricias y susurros,
de palabras enamoradas,
solo escucho los pasos del reloj,
cruel instrumento ...;
marca y remarca los tiempos
del olvido y el espanto
Me mataste el abrazo ,
la sonrisa y el canto;
ultrajaste mi beso provinciano.
La armonía, como muñeca rota,
yace en la esquina de la ignominia
amordazada , atada de pies y manos.
Nada me queda ya sobre la mesa;
la cesta de la fruta
repleta esta de piedras…
Ilusa de mí aún espero
un sol brillante
que ponga a secar el llanto púrpura
que se escurre por mis piernas.
un grito de libertad se desgrana en mi garganta…
Y luego ...... la nada .
Alejandrina.