De qué sirve haberme esforzado,
De qué sirve haberme controlado,
De qué sirve haberme dedicado de lleno,
De qué sirve haberte amado y adorado,
si mis esfuerzos fueron en vano y no pude haberte enamorado,
ni una oportunidad tu alma me dio,
pero bueno, ya me he acostumbrado a mi agonía,
solo te deseo seas feliz vida mía,
y siempre pediré que tu corazón siempre rebose de alegría