Con cariñosa premura
me sientas junto al hogar
y me anticipas un sorbo
del néctar de tus labios.
¿Te hablé de mi adicción a él?,
la partida es siempre
el cronómetro que marca
el tiempo hasta volver
a encontrarnos.
Tu singular acento
convierte en música
cada palabra que tu boca pronuncia.
He tomado prestado
de tu almohada
parte de tu sueño, dijiste,
aquel que compartiste conmigo.
¿Eramos felices?, pregunté,
no había lugar para otro deseo,
contestaste con rotundidad
mientras nuestras manos
anulaban distancias.