Eres el fuego que enciende mis sentidos
la incontenible tormenta de mi cuerpo
eres el muro de todos mis lamentos
eres la calma de un día mal vivido.
Eres el pan, la sal, la luz, el trigo
el viento, el mar, mi cama y mi desvelo
el tiempo exacto, la flor de mis anhelos
la sobredosis de amor que necesito.
Yo no merezco, quizás, tanta fortuna
porque no actúo, tal vez, en consecuencia
y a tu constancia no rindo los honores.
Pero confieso que extraño tus olores
y el beso mágico que das como ninguna
y tus caricias. Y toda tu presencia.