Que belleza es el regalo del destino
cuando obsequia al amor, un amor que sea divino.
Cuando te da la vida en algo tan anhelado
como un amor que soñaste y que no lo habías logrado.
Al calmarte esa sed con agua de tal pureza
que al tomar sientes cariño, atenciones y terneza.
Y no puedo negar que el destino también es agresivo
pero, conociendo tu amor, me mantiene más que vivo.
Porque eres para mi como de la tierra la luna;
le entrega luz en sus noches y además es solo una.
O como el sol, gran dios para el sistema como ninguno,
óptimo en luminiscencia y en el espacio es solo uno.
Que belleza es que el destino te regale
un amor sincero, como el tuyo…, un amor que vale.
Un amor en entrega dulce, desvivida y servicial
velando por que el amor se libre de todo mal.
Gracias le doy al destino por haberte conocido,
alejarme de lamentos y todo el dolor vivido.
Pues has sido mi apoyo, mi fuerza y algo más:
eres mi alma, mi corazón, mi vida, mi paz.
He maldecido al destino con indignación, con ira
porque conocí de el, su engaño y su mentira.
Pude sentir lo dañino de sus repentinas sorpresas,
de noticias lacerantes, de traiciones e impurezas.
Y… en su complejo camino hasta ti he llegado;
te vi, te conocí, te siento… y me siento enamorado.
Que belleza que el destino se presentó a regalarme
alguien a quien yo amo y como yo, ha de amarme.
Comprendió mi vida, que pasé en centro de la melancolía;
te puso frente a mis pasos, que te necesitaba el sabía.
Y no sé si este amor dure, como lo quiero, así, interminable;
pero si algún día termina, si sé…, que me será inolvidable…
Alviz Neleb
Octubre 28 de 2011
7:45 a.m. - Viernes