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Antes y después: ¡cielo!


¡Bailen nubes con los dioses!
bailen; mientras las contemplo,
regocijense mis ojos
al compás de golondrinas,
que con su danza exquisita
son balet cual cruza el cielo.


Sé de azules reales
vistiendo tonalidades,
que ponen enorme esmero.
Y del celo que abre mares,
dando color a sus quieros.


Sé...
de naranjas, violáceos,
del ocre y los grisáceos;
cuales desnudan de vos,
la oscuridad más ceñida,
y el negro; cual es negro intenso.


Sé:
no existen dos de parejos,
y si apartara un instante
mi mirar de vuestro rostro:
vería que vos cambiastéis
las formas, que os decorastéis
ambas mejillas y labios,
con encarnado lustroso.


Hueles cielo,
hueles a:
madrugada,
a noche derecha,
volatil y espesa.
A día movido
estando ya erguido,
a recuerdos y olvidos,
a verdades y a engaños,
a cunas mecidas;
y a la desnudez que,
siendo calidez
me regala el pelo de abrigo.


Oléis odios y amores (cubrís a todos los dioses)
a hombres descalzos
a yunque y martillo
a hoz afilada
y a espiga de trigo.


Oléis...
desquicio y talante,
la risa y el llanto,
y el tiento del niño
-cual entre guturales sollozos-
gime, reclama, pide...
con diminutos vocablos,
minúsculos brotes.
Pues él es dardo;
y su cielo,
se abre acertado
al ser dicha en cuerpo,
que su nacer le ha donado.


También oléis...

al niño encorvado,
que con sabiduría de anciano
aguarda el dictado
de la vida dúctil,
esplícita y eterna.
A la sombra precisa,
a la guadaña pulida,
que paciente aguarda,
y arrimada al árbol del tiempo...
espera en la espera.

 

Y esta niñez cansada:
-celestial por ser parte del celeste-
reposa, descansa,
en un banco cualquiera.
De la loma empinada,
cercana del río,
careciendo de fuerzas;
y falto de estribos,
no puede ya auparse
sobre la sed de afluentes
ni subir hasta la cima
por sinuosos senderos
que asoman complacientes
en toda ladera.
Espera...
con ojos bañados;
de recuerdos gastados
mientras las aguas recorren,
salpican mojando
una y otra...
sendas riberas.
La vida y la muerte.

El cielo y la tierra.


318-omu G.S (BCN-2011)