La fuente de mi amor no se ha secado
La llenan tus lágrimas felices que sonríen
En cada amanecer del sol,
Perlas divinas, incorruptas, ingenuas que
Deslumbran el rostro de Dios.
Cada gota dada por ti, son alerces frondosos
Que se enraízan en la profundidad de tu
Cuerpo de Diosa, y que alimenta mi existencia
Engalanada de luceros y volcanes ebrios de pasión
Naciendo en mí el despertar del infinito camino
Que trazado por la ribera del rio profundo
Penetra en mis venas y se transforma
En la energía sublime del lenguaje simple
Y sobrehumano, gritando en silencio
y con devoción Te Amo, mi amor.