Romance amétrico encadenado,
con un acróstico Interno que forma un ovillejo
“Como una Hoja”
Al Padre José Aurelio Fernández
Un recuerdo
Tornaba sus pasos tras el Hno. Francisco el Bueno,
¿Triste?, ¡No! , iba llorando, pero de alegría
-como hoja soltada, cae al peso del sereno-,
pues Francisco , le llevara con Cristo y María
¿Quién se opondría a lo que en su mente se taladre?
¡Padre! no tengáis congoja, os dejo el alma mía.
Antes seminarista, Enferma, descubre…
¿Será otra hoja –de vida- desprendida y no se?
José acepto lo incomprensible, él, eso lo cubre.
De buen predicador -decía- no fracasé
daba gusto escucharle con su acento y leísmo
saboreando pobreza, estrecheza, decíase.
Dentro del remanso impasible del cristianismo
¿Qué sería no vivir la vida de evangelio?
Aurelio aceptó, el paso marca al Catecismo.
Cristo, María, Francisco, Sagrado trifinio
bifurcaciones que acepta y toma mansamente
hasta que se resulte impregnado en su concilio
perdonaba faltas y miserias sabiamente
con juventud seráfica, piadoso rezara,
cerramos la hoja del libro, con rostro doliente.
Era hijo de Fernández, que así se apellidara
Y de Socorro, mujer de mucha fe y pasión
él, José Ma. Que el padre González bautizara
Siempre “para todo uso” presenta una oración
el frailecito que siempre esboza una sonrisa
sobre su siempre, grueso gabán, un medallón
En la iglesia se celebraba su última misa,
las campanas lloraban como un ultimo ruego
veían que la parca se acerca muy aprisa
No le decimos adiós, yo le digo hasta luego
pues quizás por tanto calor se lo comió el clima
El Padre José Aurelio siempre vivirá en mi ego,
!El Ángel encarnado, Nelahel... vuelve a tu cima!
Ovillejo:
¿Quién se opone a lo que en su mente se taladre?
Padre
¿Será otra hoja –de vida- desprendida, y yo no se?
José
¿Qué seria no vivir en la vida el evangelio?
Aurelio
Tornaba sus pasos tras el Hno. Francisco el Bueno,
Dentro del remanso impasible del cristianismo
-como Desprendida hoja cae al peso del sereno-,
El Padre José Aurelio
Rafael Mérida Cruz-Lascano