Von

Recreación de payada-La payada de la madre

José Ramón Muñiz Álvarez
PAYADA DE LA MADRE
(PAYADA)

El gaucho-. Hablan los vientos callados
cuando recorren, con calma,
ese paisaje del alma
que los mira alborotados.
Y los versos, derramados,
siempre escapan por los ojos,
entre lágrimas y antojos
de los ánimos heridos
de los gauchos encendidos
hasta en sus mismos despojos.


Dicen del viento que es cierto
que, furibundo, se lanza,
si a los ingenios alcanza,
al recorrer el desierto.
Yo, con ingenio despierto,
comparezco en este lance,
para dar al viento alcance,
si que lo alcance precisa,
que, sutil como la brisa,
sé salir de cualquier trance.


Y, con mi ingenio valiente,
os digo a vos, compañero,
que no es el cantar ligero
entre toda nuestra gente.
Conviene bien ser prudente
y valerse de consejo,
pues ya del sol el reflejo
se ve perderse en un monte
y, de horizonte a horizonte,
del crepúsculo es reflejo.


La noche llega calmada
tras las horas de trabajo,
y, pues la guitarra trajo,
cantar quiero una payada.
Así pues, la noche entrada,
mayor ingenio despunta,
y aquí va pues la pregunta,
por si podés responderla,
que sé que habrás de saberla,
según mi mente barrunta.


Por el dolor lastimero
que a tanta madre le daña
por el hijo de la entraña,
compadre, preguntar quiero.
Y ya su respuesta espero
y quiero bien que me diga
por qué ese dolor obliga
y es el dolor más hiriente
el de la madre doliente
por esos hijos que abriga.


El arriero -. Pues de la entraña venidos,
los hijos son misma entraña,
lo que al uno a la otra daña,
hasta después de nacidos.
Y es que después de paridos,
no es posible caso alguno
que alguien diga inoportuno
donde admirar separados
hijo y madre, pues, juntados,
son en espíritu el uno.


De esta manera le digo,
que la madre más amante
es un alma delirante
si ve al hijo sin abrigo.
Y en el canto me fatigo
con insistir en la idea,
que nunca hay madre que vea
triste al hijo con su duelo
y no le venga recelo
de cualquier dolor que sea.


Los instintos naturales
a madres con hijos ligan
y a quererlos las obligan,
y a sufrir todos sus males.
Lo mismo en los animales
lo podés vos contemplar,
que al hijo dan de mamar
y le dan el alimento,
aunque buscarle el sustento
la vida pueda costar.


Sabé que payando vivo,
estimado compañero,
y que en todo soy sincero,
y nunca me muestro esquivo.
Pues este bien que recibo
en el arte de cantar
me permite disputar
hasta con el más plantado,
y, pues vos has preguntado,
ahora os toca contestar.


La pregunta, señor mío,
de esta manera la haré,
de modo que respondé
templado, pues ya hace frío.
¿De dónde saca su brío
por defender la criatura,
toda madre que se apura,
ya animal o ya persona,
que su vida no perdona
y toda su fuerza apura?


El gaucho-. Del alma, si no del pecho,
con encono y emoción
acaso del corazón,
de sufrimiento desecho.
Renunciando a su provecho,
a todo bien y a la vida,
del dolor que arde en la herida,
por ser dolor compartido,
el del muchacho vencido
y el de la madre rendida.

2011 © José Ramón Muñiz Álvarez
CANTOS Y PAYADAS
Todos los derechos reservados.

José Ramón Muñiz Álvarez
(Breve reseña)

José Ramón Muñiz Álvarez nació en la villa de Gijón y sigue residiendo en Candás (concejo de Carreño). Su infancia transcurre de manera idílica en dicho puerto, donde pasa su juventud hasta el término de sus estudios. Licenciado en Filología Hispanica y especialista en asturiano, vive a caballo entre Asturias y Castilla León, comunidad en la que es profesor de Lengua Castellana y Literatura. Su afán por las letras y las artes lo ha llevado al cultivo de la poesía. Es autor de varios libros, de los cuales ya ha dado a conocer "Las campanas de la muerte", aunque en una tirada modesta.