La fantasía empieza
cuando la ruina despierta
el deseo de tener
del castillo la realización.
La aspiración muere
sin estar completa
y satisfecha la ilusión.
La satisfacción abulta
la silueta de la vanidad
y de su vientre nace
la escultural soberbia.
De los altares del éxito
se desploman los vicios
que en su avalancha trazan
los caminos del dolor
que trae a la memoria
el palacio que edificó la fantasía
con el cincel de la efímera ilusión.
Efraín Gutiérrez Zambrano