"La experiencia es la única luz que sólo alumbra cuando quema".
Tiene en orden todas sus credenciales,
sus datos parecen estar muy legales
y hasta tiene cara de ser buena gente.
Confiando en su seriedad y su cariño,
una pareja le encomienda a su niño
y se van a trabajar tranquilamente.
Pero hay un rasgo de su personalidad
que ha permanecido en la oscuridad
de su siempre turbio mundo interno.
El niño al que ella se dispone a cuidar,
tristemente se tendrá que preparar
a vivir con ella un verdadero infierno.
Comienza la tensión, se oyen gritos,
mucho resentimiento, rencores infinitos,
se nota cierto odio hasta en su mirada,
se perciben en su muy violento proceder
pasajes oscuros que hubo en su ayer,
recuerdos de una historia no contada.
Su conducta irregular nada le importa,
porque intuye de una vez que será corta
su estancia como niñera en esa casa.
Viviendo tan nefasta experiencia
y por temor a que haya más violencia,
sabe que el niño no contará lo que pasa.
Durante horas continuarán los maltratos,
la locura expresada en sus arrebatos
y aunque llore el niño no habrá piedad.
Tan sólo le pueden importar sus razones
y cuando lleguen de trabajar los patrones
seguramente les contará otra verdad.
Les dirá a ellos que todo está en orden
y será verdad, porque el verdadero desorden
estará en la mente de quien así procede...
Y lo que es más irónico estará por venír,
cuando ella les manifieste que se quiere ir
y los padres del niño le pidan que se quede.
Cuando a nuestros hijos los debamos dejar
que sea con alguien que pueda garantizar
que no habrá en sus actos señales de abuso.
Hay niñeras que sí son muy responsables,
que de las cosas que dije no son culpables,
no es a ellas a las que en este poema acuso.
Hay decisiones que son muy importantes,
que llegan a ser bien determinantes
en la vida de un niño que es de nosotros.
La razón en este sentido nos auxilia...
del modo que a un niño lo quiere su familia
no siempre lo van a querer otros.