Voces lejanas venían de algún sueño,
plácido y terrible a la vez,
oraciones y plegarias al viento:
"Exorcizo te, inmunde spíritus...",
"Ergo, maledícte diábole..."
Un torbellino de sombras se agitaban,
las conciencias nebulosas y sombrías
con los espíritus flotando en la noche
mientras el hombre sin alma nos miraba.
Afuera, algunas mujeres rezaban
por el perdón de los pecadores,
"Credo in Deum, Patrem omnipotentem..."
Cuando el infierno se hizo presente
las aves nocturnas temblaban en silencio.
El viejo de la sotana tomo un trago,
se sentó a morirse, con sus manos sagradas
alzó un libro negro, "Manuale Rituum"
se arrodilló, "Dios, ayúdame, ya no puedo..."
La danza de espíritus caídos
comenzó a girar en torno a los presentes,
hombres, mujeres, niños..., todos sentimos
el roce de las alas de otro mundo,
una niña santa terminó la plegaria,
"Per Christum Dómino nostrum. Amen..."
El atormentado salió al patio,
todos pedían auxilio a la Virgen,
algo había cambiado en nosotros,
desde aquel día nunca fuimos los mismos,
el sacerdote repetía miles de veces
oraciones rituales enviada a los ángeles,
"Domine sancte Pater omnipotens, aeterne Deus"
Los ojos del hombre condenado
aparece todas las noches, siempre.