Noche de cansancio, tras dos días arduos,
Amanecer de luna creciente, como gajo de luz,
Frio anticipado de un crudo invierno llegado,
Tristeza dejada en la ausencia del alma soñada,
Trasnochada melancólica y llena de bohemia,
Deseos de escuchar a tu ser cantar, declamar.
Las ansias de un encuentro, fragor culminado.
Los sueños llegan de entregar, de formar figuras,
De plasmar lienzos pintados con sudor y deseos,
De hacer obras que transciendan la dimensión,
Que dejen huellas en el espacio, más allá del paso;
Crear melodías con los latidos y suspiros soltados.
Llegan tus silentes letras a los piélagos encendidos,
Nacen locuras compartidas, siento tu susurro,
Cuando con dulces mieles me cautivas y enervas,
Los sentidos, delirantes de tus profundidades,
Recorren suavemente tus sueños, tus labios ávidos,
Fantaseados ante los embates de mi apéndice.
Pasa un momento, pasa un instante, pasa la vida,
De una constante agonía, a delicada renacida,
Cuando nos cubrimos los cuerpos pasión y locura,
Mientras me adormilo entre tus brazos flácidos,
Y cruzado entre tus piernas, sucumbidas y duras,
Después de la entrega completa del amor compartido.