ivan rueda

LA LUNA NO ES PARA LOS LOCOS

 

Palabrería, palabrería,

ya me lo decía mi madre,

con esos versos

no te dejarán entrar en las fiestas,

¡ Mira que vocablos llevas

parecen pelos crecidos a la intemperie!

Cómete un silencio,

mastica una pizca de un hueco,

traga una curva cerrada como una O

que las rectas son para los ricos

y tú naciste despensado en un resol

a la misma hora que los tréboles

convictos en una hipotenusa.

Sin ideas nunca te repites,

descansas del lado menos malo

sin dar explicaciones a tus glúteos,

eres un número solitario,

un pajarruco desvencijado

con ala por aquí y pico por allá.

Así era mi madre,

padecía de ojos planos,

lentitud en las prisas

y profundizaba en el humo

cuando fumaba contra la pared.

La enterramos en una cajetilla de ducados

bajo la última nota de un pentagrama,

un día fosco sin acritud

a la hora de ir y venir

que cuadra un poco más tarde que otras veces.

Echo de menos sus viajes peliagudos

a través de la materia,

sus sopitas de petunias

y su forma de tricotar chaquetitas de omoplato.

Mamá recitaba poemas sin calcetines

con su sabia voz de astrolabio,

se caía al revés que las cosas

sin darse cuenta que para levantarse

se necesita cierto sentido geométrico.

De ella heredé su hirsutería,

sus bromas bigotudas, sin afeites,

su amor que tanto desamó

y su melancólica manía de mirarse en los nadies.

Ahora, yo también colecciono agujeros y cenizas,

péndulos, badajos en mi cráneo,

peces saltimbanquis en mis sueños,

rutas de pasillo y de cuadrícula.

Aquí prosigo con mis otros,

bebiendo leche negra de lo ignoto,

intercambiando lágrimas y gritos

como un niño con sus cromos,

aquí donde siempre es casi nunca,

al pie de un dolor entre los fármacos,

prendido de las uñas a la vida,

atrapado en un terrible qué sé yo.

Ya lo decía mi madre:

con esos versos se anda para atrás,

son coágulos verbales de un desquicio

y no sirven para ir a cualquier parte.

 

No insistas, no podrás entrar en esa fiesta

donde los astros bailan con los cuerdos

ya que la luna no es para los locos.