Ha calcinado, el tiempo, mi pertinaz remembranza,
y súbitamente muero en las fauces del dolor.
Se ha empeñado esta noche en causarme desconsuelo
y turba a mis ojos negros su celaje y desamor.
Soy un árbol deshojado por la crueldad del otoño,
que ha quedado sin bonanzas, desvariando en el albor.
Culpable es aquella dama noctívaga y errante,
que se fue tras otro amante a descubrirle su amor.
Ha malversado, el viento, mis furtivas esperanzas
y agonizante en los campos se desvanece una flor.
Ojizarcas avecillas, somnámbulas en su vuelo
surcan el austro y el cielo en su alfombra unicolor.
Soy un medieval guerrero que ha perdido la batalla,
que desangrado y herido, deja escuchar su clamor.
“Culpable es aquella dama noctívaga y errante
que se fue tras otro amante a descubrirle su amor”.