Quién entendería que ahora mis ojos
desayunan quimeras, al mis párpados
abrirse, masticar, cerrarse y tragar.
De día y noche
enfermo.
Cada vez pesa más la cruz a cargar.
Porque se agota a gotas mi sangre rota
que agonía solloza sin parar.
Rescátame
del cetrino infierno .
Y riego los augurios que sembré sobre
frías y rojas cenizas con la esperanza
de que un fénix vuelva a nacer.
Porque transido
me desvanezco.