I
Ahora que se han llevado todos los trenes
mis pasos en la ciudad se quedarán tan vacíos
como me dejó tu imagen de papel antiguo
que se fugó agorera de entre mis abrigos.
Ahora que se han ido todos los trenes,
mi ciudad ya no será la misma:
sin parques, ni estaciones, ni recorridos
por las rutas de estambres y pistilos...
De veras, hoy cuando todos los trenes han partido
y tú en el último de los vagones, sin un guiño
ni una señal esperanzadora de retorno,
ni un semblante que parezca de alivio...
hoy, insisto, vivir en mi ciudad
será morir entre el recuerdo y nuestros lirios...