No extraño tus besos, porque es mía tu boca
Ni el reflejo de tus ojos porque tu mirada es mía
No extraño tus manos por que he guardado tus caricias
Son mías las horas, en que divagas
Como los besos que me propicias
No hay sed que no calmen tus labios
Ni ansiedad que no sacie tu boca
Son tus caricias refugio de mi pasión
Tu cuerpo de mis manos
Es tu mirada, la llama
Que enciende mis calores
Acariciando con tibieza mis ansias
Encerrándome en un sueño profundo
Donde se funden las almas
En un abrigar de cuerpos en la intimidad de la cama