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Miro sobre la nieve y, en ella, mis huellas;
son el fruto de un espíritu libre por valiente,
aquel sabedor del miedo porque lo entiende
pero al mismo tiempo con su valor y fuerza.
Cada paso que fui dejando al mundo blanco
importó una aventura donde no tuve manada
sino ser errabundo enamorado por esta alma
acobijando un corazón salvaje bajo su manto.
Mi mirada se fue prologando con la distancia
en un tiempo sin confines, sin paisajes eternos;
es esta compañía de ferocidad con que la llevo,
el acercar mi voz de noche a la luna con ansias.
Tanto ha pasado la naturaleza sobre este puente
del cual solo soy pasajero más por simple visita
que aunque un día el espíritu decida su partida
el placer de la libertad habrá sido mi ser viviente.
Vito Angeli