Nos esculpimos colosos
siendo tan chicos,
eternos siendo tan
breves para la luna,
el sol y las estrellas.
Como dioses
nos adoramos.
Nos cristalizamos
perpetuamente siendo
salados querido amigo mío,
porque como adeptos
hijos del desierto,
arena nos tornamos,
recorriendo así
los incólumes e inherentes
hilos de nuestra humanidad.
Tan solo somos:
dioses cayendo,
tejedores muriendo.,
punzantes hiriendo,
errantes errando...