(Todos aquellos sonetos que nunca fueron endecasílabos)
Las heridas que arrastramos sin remedio,
la carga horaria en nuestras manos,
la burda obsesión con falsos remedios,
y el taxi en que hablamos de los mismos miedos,
la austeridad de escasos besos,
la suave contorsión de tu cuello,
la quinta rima de Bequer,
la fotografía en sepia vacilando nuestro misterio,
la dicha de la redención en nuestros ojos,
las mañanas con ocasos rojos,
y la categórica necesidad de tenernos,
el ominoso trabajo de entendernos,
la desidia en torno al respeto,
el hogar que dibujamos entre pliegos,
los mismos pliegos que ignoramos por el tedio,
La ferviente necesidad del reencuentro,
la mentira necesaria en el momento,
tu nombre rayoneado en mi recuerdo
y un corazón dibujado en el cuaderno,
Las complicidades en cada parcela,
las palabras que despejan la incertidumbre,
las memorias que difuminan paramos,
y los días que despejan el cielo.