La noche infante profesa
su prólogo azucarado,
como un tiempo hechizado
con aviso de sorpresa.
Soledad igual tristeza
es lo que me ronda,
dentro, en el alma ahonda
recuerdos ignorantes de olvido
de tu amor que he vivido
y que dejó cosas bellas
como esas imborrables huellas
de tus palabras y escrituras
condena de días completos
de felicidad y repletos
de lejanías… para amarguras.
La noche es adolescente
y en su edad hace la entrega
de aquella duda que juega
con el corazón y la mente.
Como loca, va de frente
y trae el amor de esas horas
hermosas y arrasadoras
de el ayer…, hoy presentes.
Noche en adolescencia,
amiga y enemiga
porque hace que consiga
los aromas de tu esencia.
No estás, pero tu presencia
se mantiene y a su vez
con mayor fuerza se siente;
la noche, que no me miente,
prologa su madurez.
La noche se torna madura,
en sus años me regala
vacía presentación de una sala
sin comprensión… ni cordura.
El silente hace figura
para antes de envejecer
la noche en su estructura,
antes de morir deja segura
cuando despierte…
tu presencia… al amanecer…
Alviz Neleb
Noviembre 01 de 2011
10:58 a.m. - Martes