(otro relato este dedicado a la policia federal)
- Sabes, estos revólveres que nos brindan representan una condena de muerte. Cualquier francotirador o gatillero común sabría quien es el objetivo ideal a disparar, con esto me están colocando como tiro al blanco en medio de este caos. – habla el corpulento hombre con voz melodiosa, con una ligera mueca de sonrisa que hace dudar a su acompañante si habla con seriedad o sarcasmo, mientras que coloca balas lentamente con sus largos dedos en el tambor de su arma.
- Debes… debes de sentir orgullo. - contesta en tono nervioso - Ese revolver es un reconocimiento a tu carrera, es un símbolo de tu rango, eso… - No termina de hablar, los ojos miel de aquel hombre le retiran el aliento, cuando con una indiferencia parcial y un interés muy tenue en lo que dice, inspecciona la mira de su arma con uno de los compañeros que va de frente en aquella furgoneta blindada, apuntándolo se percibe un aire amenazante. Una sensación que bien conoce recorre su cuerpo electrizándolo, sus ojos se rinden ante el encanto que emana de él, mientras las comisuras de sus labios dibujan una arqueada y de su boca seca sale una frase: ¡Bang! La chica se cimbra, mientras el hombre no mayor de 25 años echa a carcajear ante la mirada asombrada y un poco temerosa del chico a quien apuntó, no sólo por ese extraño encanto que lo rodea, sino también porque alcanzó a ver un extraño brillo en aquellos penetrantes ojos color miel.
- Capitán Villela, no debe de jugar de esa forma, - dice el chico contrariado y con un rostro desencajado por la escena al igual que los demás miembros que viajan en aquel vehículo a toda marcha.
- ¡Vamos Ramírez! Ya ni siquiera es capaz de soportar una broma – le habla de forma gallarda mientras su voz es testigo de cómo se pierde la simpatía dando paso a un tono un poco mas acore a las circunstancias. Su rostro se ensombrece un momento por ser frenada su algarabía.
- No es por eso Capitán, es solo que nos acercamos a una misión importante, ese tipo de situaciones en las que me pone me parecen pesadas. – responde el joven un poco mas relajado.
- Deje ese nerviosismo Ramírez, no me gustaría que por esa razón fuera a ser yo la víctima de sus temores – advierte el corpulento agente con ironía y vivacidad, - el momento será complicado así que en medio de la adrenalina y la angustia desatada debe ser capaz de notar la diferencia entre el enemigo y sus camaradas – culmina.
- Se que no habrá error Capitán, - habla el chico con seguridad – nos hemos preparado.
- Recuerden – habla en tono alto para que a todos los miembros del grupo les sea audible y hasta un poco mas para mostrar autoridad. – Este día lo hemos esperado mucho tiempo, se nos da una de las misiones mas importantes de nuestra unidad, hoy tendremos al alcance de nuestras manos uno de los mayores logros a los que podemos aspirar. – baja la cabeza un poco para tomar su fusil de asalto, un Fx-05, perfectamente equipado, desliza sus dedos por su fría superficie y evoca el momento en que será usado. – Quiero que en ese momento de ofusque les quede claro una cosa, ahora que nos acercamos al combate es indudable que el alimento estimulante para arriesgar nuestras vidas es nuestra patria amenazada por esos perros, la seguridad de nuestras familias y el bienestar de nuestros hijos se convierten en motor.
- Eso es plausible Capitán – interrumpe con delicada y dulce voz la chica a su lado sin ocultar la sensación de agrado por hablarle de esa forma tan formal – No es malo idealizar nuestra lucha, porque eso es lo que nos diferencia de ellos. – pausa la charla cuando ve los enigmáticos ojos de su superior buscando los suyos, un ligero espasmo la orilla a moverlos, bailoteando para evitarla, para no permitirle descubrir lo que guarda en ellos para él. Dubitativa, con la vista recorre a los demás miembros que atentos escuchan cada palabra. – Tengamos en mente esto al enfrentar la muerte con arrojo. – termina ahogando emociones con una seguridad que la distingue.
- Son hermosas palabras Elena, muestra de un alma ardiente, lo que permite el realizar algo por lo que se siente orgullo. – habla sereno cuando toma su fusil con ambas manos y lo postra en su pecho para abrazarlo. – Esto compañeros será nuestra herramienta, aquella con la cual serviremos de escudo a nuestros compañeros. Allá no lo duden, nos espera la muerte, el saber afrontarla hará la diferencia en como regresemos. Amen su patria, a sus familias, pero no olviden amarse a ustedes mismos, no olviden eso ante un riesgo innecesario - su mirada brilla, con un resplandor agradable que borra ese aire sombrío, con movimientos de su boca tenues, pero expresivos, aunque irradiando seguridad y sobretodo brindando protección, sensaciones que son mas intensan en el corazón de la joven – Allí adentro caeremos, sufriremos y mataremos, sepan dar cara a cada una de esas opciones, los héroes mueren pronto, busquen protegerse y protegernos, siguiendo nuestra rutina “El Rudy” Maldonado caerá. ¡Porque esa escoria hoy morirá! – clama efusivo, emocionado y exaltando a su unidad, la cuál le responde con euforia.
- ¡Siiiiiiiiiiiii! – grita la chica con su corazón estimulado, a flor de piel al unísono con la de los 12 miembros de aquella unidad de fuerzas especiales. Ella le ama, cada parte de él la envuelve en un mundo de magia, hoy más que nunca porque esta dispuesta a morir con el capitán Marco si se le sugiriese, porque no imagina su vida sin su presencia encantadora. Ama sus manos, ama su rostro de miles de expresiones, ama su cuerpo delineado perfectamente, pero ama aún más sus ojos donde alcanza a tocar su alma a través de ellos, ya que ve auténticos sus preceptos e ideales. Lo cree perfecto.
El viaje a toda prisa se vuelve entonces en un derroche de alegría, de adrenalina contenida y de excitación, porque entienden perfectamente lo que les espera al apenas abrirse la puerta blindada de aquel vehículo y deciden esperarlo con gritos y canticos. Sus sentimientos están teñidos de un tono épico cuando la furgoneta se detiene abruptamente.
- ¡Atenta, unidad “Destello de Bala”! ¡Que se lleve a cabo la encomienda! – clama su capitán irradiando emoción al tiempo que sus miradas sufren una transformación cuando al detalle de un ritual ancestral colocan sus capuchas, solo sus ojos despidiendo fuego da cuenta clara de su sentir.
Un rechinido abrupto los saluda al abrirse la puerta, pero inmediatamente se olvidan de ello cuando la detonación de metrallas y el poderoso impacto de granadas cimbran sus cuerpos. La unidad baja con premura, mientras un agente la espera invitando a su capitán para ponerlo al tanto de los acontecimientos. Elena solo ve de lejos a su amado cuando se retira, ella al igual que sus compañeros se cubren al contemplar el caos. Detonaciones de granadas que sonoras despiden un sonido seco y hace temblar el suelo que pisan. Más ella solo tiene ojos para él, porque se ha propuesto protegerlo, comprende que solo viviendo los dos puede seguir soñando con su anhelado encuentro, con poder ver sus ojos sin el temor de que descubra en ellos su secreto. Más una esquirla arrojada cual saeta la despierta a ese entorno de vileza y desazón.
- ¡La situación es caótica! – exclama el líder invitándolos a acercarse, en una pequeña reunión antes de iniciar la incursión. – Parece ser que hemos dado en el blanco, realmente “El Rudy” está acordonado en esa finca; sin embargo, tiene consigo todo un arsenal del cual no han dudado en echar mano, han caído 2 policías y sido herido varios mas solo intentando contenerlos. – habla el Capitán con voz apacible, como inmune a la crueldad de las horas que se han vivido en el lugar. – Es lo que queríamos, son cerca de 15 de sus principales gatilleros los que lo protegen y han jurado morir antes de ser expuestos ante la justicia – se detiene un momento cuando la metralla de un lugar indeterminado destruye los vidrios del móvil que les sirve de escudo haciéndolos reclinar y justo a tiempo, antes de esquirlas de una explosión cercana pasar rozando sus cascos.
Una bocanada de humo se despide desde los labios de uno de los agentes que de manera tosca muerde su habano y lo cambia de lado para permitirle hablar. Una mirada recia, casi inexpresiva, pero con ojos igual de fieros, cargados de emociones contenidas.
- Son AK- 47, R-15 y HK91, además de destructivas granadas y lanzacohetes Capitán, ¿Creé firmemente que seremos capaces de flaquearlos para poder abrirnos paso por la finca? – musita cuando otra bocanada se despide volviendo algo enigmática su cuestión.
- Claro que si. – responde presto e imponente.
- No sería mejor soportarlos y dar tiempo a que los soldados de Infantería y sus unidades blindadas arriben, no creo que tarden demasiado – responde mientras lo ve directamente. Le cree, cree que las palabras de su superior son verídicas, porque ya antes ha estado su vida en sus manos, empero, da también mucho mérito a sus observaciones.
- Si Oviedo, es lo ideal, pero la realidad es un poco distinta – asevera con autoridad mientras que el cielo encapotado con su manto de pomposas nubes retiran la poca luminosidad despedida desde el firmamento y cada explosión se vuelve una mortecina liberación de luz. – No podemos desperdiciar tanto tiempo, de alguna forma ha llegado la noticia de que un comando armado está en camino para liberarlo. Hablamos de uno de los capos más importantes del norte de México - les clama a todos mientras ajusta alguno de los compartimiento de su chaleco, se está preparando, busca dejarles claro a sus soldados que es algo inevitable. – Ya ahora ha sido tomado por sorpresa, mientras mas tiempo pase esa ligera ventaja se ira perdiendo, por eso hemos acudido tan apresurados. Ninguno de los oficiales que estamos rodeándolo podemos soportar un ataque desde ambos flancos si más sicarios se internan a rescatarlo. Y sólo nosotros tenemos la capacidad de entrar y sacarlo; necesitamos a como de lugar meterlo en nuestro blindado y llevarlo a las instalaciones de la Policía Federal. – Resolución y firmeza desprenden sus palabras y se torna apresurada – He dado indicaciones para que los policías formen un escudo, retiraran a toda esa gente curiosa y prometen evitar cualquier intromisión en lo que damos nuestro golpe.
- Estoy de acuerdo Oviedo, creo que el tiempo ahora juega una diferencia crucial – apoya Elena un poco sonrojada. Igualmente no mide riesgos, solo la necesidad de acompañar a su hombre idealizado, la satisfacción de estar con él tanto en momentos de dulce compañía como en esos más inaccesibles, cuando es capaz de compartir sus ideas, sus pincelazos de personalidad que con cierto arrebato la dominan. Una mujer hábil, idealista, amante de si misma y de su esencia. Ella misma no duda en ponerse ante aquél que la succiona con su porte como imponente torbellino, que la atrae de manera impulsiva por su galantería, por su magia y por su voz.
Oviedo comprende, algo lo lacera de dicha reacción de la dama, pero lo acepta, como un designio estipulado por un ser supremo, no sabe si es la marcialidad a la que se han sometido o la disciplina ya pactada con un sistema, pero termina asintiendo con un claro dejo en su rostro y despidiendo desde su boca una estilizada nube de humo mas intensa y que impregna la solemnidad de aquel grupo. Allí se sella y se pacta un acuerdo que han hecho tantas veces. No es la primera misión de este tipo, lo han llegado a asimilar, a beber como el elixir diario, su vida entre balas y destellos ha sido consentida con cierta asiduidad, aún cuando sus vidas es lo que esta en la balanza en este crucial momento.
Elena siente su corazón palpitar, igualmente ha degustado sin problema la fugacidad que su vida en los próximos minutos tomará. Para ella su lealtad, su entrega, ambas están dadas a un solo ser, aquel que llena su vida de un tinte intenso y que nunca conoció. Hoy esa dicha al verlo, aún el solo contemplarlo a lo lejos, el escuchar sus deslumbrantes expresiones y las emociones que sobre ella actúan, cual adictivo estimulante para sentirse cerca de él la embriagan. Hoy teme por su vida, por su destino, pero le acongoja el corazón más el verse privada de su motor, de su razón de ser desde hace años. Quiere cantarle su aria de amor con ritmo exquisito, confía en cuanto lo haga el Capitán sea capaz de abrazarle; sin embargo, hoy esta dispuesta a hacerlo posible, estando a su lado, amándole con la fuerza de su carabina, de uñas y dientes si fuera necesario para hacer su fantasía posible. Su corazón roza lo épico, pero no hay duda en su mirada.
Así contempla ante sus bellos ojos negros los planes de la incursión, la centelleante y sorpresiva arremetida en su blindado, el lugar y la dirección a tomar tan pronto pongan su pie en la lujosa finca, la encomienda de cada miembro de élite. Mas ella se ha forjado su propio plan, volver aquella ilusión vivida en sus sueños real y para poder tocarla indispensable es entregarlo todo.
El rechinar de las llantas del camión a toda velocidad rompen el momentáneo pacto de la contienda, las puertas ostentosas de madera cayendo con una brutalidad tal ante el impacto de éste y cuyo destino es llegar hasta la imponente residencia. Así entre ruidos de granadas que causan irregularidades en el desplazamiento del vehículo y que obliga a más de un miembro en aferrarse a su sostén se lleva a cabo el trayecto mortecino hasta las puertas del punto de salida. Cada uno siente el temor invadirlos, aún así son capaces de tragarlo para no mostrarlo ante sus compañeros. Que reconfortante seria en estos momentos compartir que a cada uno de ellos los pasma el temor de la misma forma, seria un alivio saber que todo el entrenamiento del mundo no priva al hombre de sentir su corazón doblarse. Mas aún en instantes tan angustiantes el Capitán es capaz de arrastrar a sus subordinados con su imagen imponente, tomado de los cerrojos que los mantienen a salvo, esperando el frenar vertiginoso del acorazado y que representa la puerta de entrada a un mundo caótico en el que sus cuerpos serán vulnerables a cada instante transcurrido, a cada centímetro recorrido y que sus existencias penderán del delicado hilo de la suerte y del mas mínimo y diminuto error.
Lo que sigue es la representación de la escena más cruenta y desdichada imaginada. Los ojos de Elena se abren de improvisto apenas las pesadas puertas del convoy les retiran su cobijo, ante sus ojos impotente ve caer a Ramírez de un fulminante disparo a la cabeza, su rostro incrédulo siente las gotas de sangre desparramarse en él, todo en cámara lenta, no comprende si por el temor o la impresión, mas apenas nota el descenso acelerado del Capitán olvida esa primera impresión, la borra, ahora hay algo mas importante que resguardar para su mente al notar como se enfrasca él en la batalla y al verlo arrojar sus primeras granadas. Ella es la soldado mas ágil de su escuadrón y quizá la mas capaz, pero ahora sus talentos están a su servicio.
Lo ve alejarse, lo ve adentrarse con una facilidad insólita a la residencia, es claro cual es su objetivo final. Aunque busca seguirle de cerca solo escucha disparos ensordecer sus oídos con su detonar y las granadas que desorientan sus sentidos con su poder destructivo. Ve caer a sus compañeros, no comprende tal reacción ante un ataque que se sabia inesperado, la sorpresa ha sido de ellos. Para Elena no importa nada mas, se hace un sendero entre las balas.
Tras de si, un infierno, compañeros de años siendo heridos o acribillados. Uno de los equipos de élite de las fuerzas especiales mas condecorado es víctima del desconcierto. El zumbido característico de las poderosas metrallas que con su música de muerte regalan un escenario vil.
La joven siente una amargura en su pecho, un apretujón que la conmueve por momentos, ha perdido de vista a su capitán, intenta darle alcance después de verlo entrar a la residencia en busca de uno de los hombres mas peligrosos. Siempre actuaba así, porque se sabia capaz, mas ella asimila ya que jamás habían estado en un nivel tal de inferioridad y además algo extraño estaba pasando. Esas mismas sospechas la hacen abrirse paso con movimientos rápidos y alertas en todo momento a la aparición de algún enemigo, la vista aguda en busca de cualquier pequeño movimiento es su principal cualidad y la que la hace respetada, es esa misma capacidad la que hace neutralizar sin tanto trabajo a dos pistoleros que buscaban sorprenderla.
Ingresando al gran salón sabe que es victima fácil, de sus compañeros no puede esperar ayuda, se escuchan detonaciones que desde varios parajes los mantienen a raya. La táctica no ha funcionado, ninguno de ellos esperaba que al salir del blindado estuvieran tan a merced del enemigo. Su vista y su fusil se acompañan, se hacen uno solo. Agudiza sus sentidos, y sus movimientos se vuelven mas desesperados al verse poco a poco invadida por la angustia, su sigilo característico se esta perdiendo ante la incapacidad de ubicar al capitán ya que cada instante que transcurre la hace temer lo peor. Entre las miles de centellas que acompañan el cacaraqueo de las armas y voces de ahogo al sentir la bala perforar los cuerpos, distingue la de Marco. En una sala contigua una discusión se lleva a cabo, con destreza, agilidad y estilizados movimientos muestra de su feminidad ingresa de pronto ante la imagen que le perturbaba, el imaginar el cuerpo de su amor tendido.
Saca ventaja de la sorpresiva intrusión para golpear con toda su fuerza la cabeza de uno de los hombres que se aprestaban a darle muerte al capitán Marco, aprovechando la batalla que el mismo llevaba con un miembro de los sicarios, la sensación de alivio de verlo luchar, le arranca una ligera sonrisa oculta por su capucha. Aun enfrascada en la acción de ultimar a aquel hombre que antes golpeo, pero la situación luce caótica.
El capitán Marco ha perdido su arma y solo se ve involucrado en un fiero combate con el “El Rudy” Maldonado, un ex miembro del Grupo Aeromóvil de Fuerzas Especiales (GAFES) del ejercito. Un hombre condecorado antes de su disidencia de las fuerzas armadas, pero que no ha perdido su condición. La chica se olvida de su víctima para dirigirse cuanto antes a prestar ayuda al capitán que ha sido herido en un brazo, solo ve eso, su mente se ofusca por instantes en dicha acción olvidándose de su entorno y no ve venir el golpe que le retira el arma de las manos, saca con una agilidad felina su Berreta y la detona para acabar con aquel enemigo que la ha sorprendido.
Solo al darse vuelta para lanzar su ataque hacia el importante capo la invade una terrible sensación al notar como su pecho se quema, siente la destrucción en un solo disparo aún a pesar de portar su chaleco antibalas. Es un disparo contundente, que le hace nublar la vista, y vuelve su cuerpo pesado e incapaz de mantenerse en pie. Cae de rodillas ante el hombre que se presta a ultimarla de un disparo a la cabeza, lo ve con rabia, pero su mirada perdida busca algo más en medio de los gritos y la lluvia de balas de aquel lugar. Se escuchan amenazas desaforadas y ni siquiera nota cuando el imponente líder de la mafia se aparta rápidamente de ella sin lograr lo que se proponía. Sus ojos nublados por lágrimas y por un electrizar paralizante se mueven desorbitados, anhelan ver por última vez a su amado en esos, sus últimos momentos, desea despedirse sabiendo que se encuentra bien, que está a salvo y que corre a su lado para tomarla en sus brazos. Esa es una imagen que añora, mas que no es capaz de regalarse al caer de espaldas plegándose sus piernas. Allí sin mas, la vista la abandona y sus sentidos se debilitan al grado de impedirle percibir nada mas.
Un sueño que pareciera muy lejano le trae una visión, se siente extraña, han sido miles de cosas las que ha vivido. La imagen en su mente del capitán Marco luce borrosa, lo cual causa extrañeza en ella. Escucha voces, ya no del trajín frenético de la batalla. Son voces alejadas con un tono y un mensaje indescifrable.
Con temor ante lo misterioso de la situación intenta abrir sus ojos. Estos se niegan a responderle, lo cual la atemoriza aún más. Lo mismo su voz, pero haciendo gala de una fe que la define consigue separar sus parpados, un esfuerzo bárbaro es necesario para conseguirlo, se han mantenido en tal estado mucho tiempo. Cuando finalmente percibe la luz de aquella sala se irrita su mirar. Lo hace pausadamente, ya está en condiciones de ver el blanquecino techo de la habitación. Acallada, en esos momentos intenta recordar como es que ha llegado a estar tendida allí. No es sencillo, pero al final le llega como un torbellino y como una desgastada cinta todas las situaciones vividas pasando ante ella. Es cuando vuelve la angustia, la tristeza y el sinsabor de este amargo despertar.
No recuerda a su amado, pero se acrecienta una preocupación por su estado. Levanta su mano derecha y nota los cables y las sondas que la mantuvieron con vida. Ahora su vista se ha aclarado lo suficiente y sus oídos pueden finalmente comprender de lo que se habla. Solo personas que cuentan sus vivencias y que están a cargo de su cuidado.
Su rostro pálido y de una belleza natural y enigmática dan muecas de extrañeza y acción al mover tenuemente sus labios para llamar la atención.
- ¿Dónde… estoy? – susurra tenue y débilmente buscando llamar a aquella mujer enfrascada en su interesante plática.
La mujer rechoncha es sorprendida por la inesperada intromisión y con pasos avivados y cómicos por su singular aspecto físico se apresura a atenderla.
- ¡Gracias a Dios ha despertado Señorita! – pausa para percatarse de la reacción de la decaída Elena, pero al ver la casi total indiferencia ante su jovialidad se pone en tono serio. – Se encuentra en el Hospital Médico Militar, ha permanecido aquí mucho tiempo después de ser herida…
- ¿Cuánto tiempo? – le interrumpe con la mirada buscando darse una idea clara de lo que hay a su alrededor.
- Mucho, cerca de 4 meses. Ha estado en coma inducida por el estado crítico en que arribó. Me apresuraré a dar cuenta al doctor que la ha atendido para darle la buena noticia de su despertar. – continúa y dibuja en su rostro una sonrisa genuina. Pero Elena no le da importancia a dichas atenciones. Siente una tristeza y amargura indescriptibles. Ahora más, sabiendo lo mucho que ha transcurrido desde aquel ataque, la idea de no ser capaz de ver de nuevo al capitán le arranca unas delicadas gotas a sus ojos que sutilmente se deslizan hasta acariciar la parte baja de su oreja.
Las muertes de sus compañeros las recuerda y las da por hecho, pero si ella fue capaz de sobrevivir la alienta a abrigar una pequeña esperanza. Una sensación distinta la recarga de ánimos y le hace dibujar en la unión de sus labios un destello de alegría, imagina que probablemente fue él quien le salvo de recibir aquel último disparo, que tal vez está afuera esperando ansioso su despertar.
Se incorpora sobre su cama ligeramente, y peina torpemente su cabello lo cual le hace recordar que aun sigue atada a aquellos aparatos molestos. Mas su rostro se desencaja vertiginosamente cuando al retirar la frazada que le abrigaba puede notar su pecho, sus ojos se abren completamente y su boca comienza a temblar mientras atónita lleva sus manos hacia él; ojos que se inundan cuando sus manos se postran sobre el vacio, sobre donde anteriormente su seno derecho estaba y lucía. Un nudo en la garganta y una sensación desgarrante finalmente la vencen por completo y la hacen romper en llanto llevando sus manos al rostro. No desea ver eso.
Ni siquiera la llegada del médico y sus palabras de seguridad de que estará bien consiguen tranquilizarla y en medio de los gritos y del llanto ante la impotencia de los sucesos finalmente es sedada.
Apenas unas horas después se encuentra aun tendida en su cama. Con la mirada perdida, ojos abiertos que no ven nada. No hay nadie de su misma sangre que la espere, no hay nadie mas que ansioso y preocupado espere su despertar. Y cada vez que piensa en alguno de sus amigos que acudirán tan pronto se enteren no hace más que recordar la amputación de su pecho para absorberla de nueva cuenta en la melancolía. Con pechos de tamaño normal, pero muy atractivos la falta de uno de ello, lo sabe, será muy notoria.
Nunca se ha caracterizado por ser una mujer frívola, mas tiene perfectamente claro que ha perdido parte de su feminidad, se considera una mujer incompleta.
Todas las cosas se han unido para derrotarme, para hacerme sentir la amargura de mi existencia. Mi familia nunca la conocí, solo creí que viviendo una vida recta podría aspirar a alcanzar lo que me propondría, a bordear todas mis carencias. Que alejarme de las calles, de los vicios y de la comodidad que mi apariencia me podría regalar me haría una mujer fuerte y plena. Hoy mis anhelos se han perdido, mi cuerpo lacerado y mi principal móvil para continuar desconozco cual ha sido su destino.
Llora, ya no de la manera enajenada y sin control que hace unas horas, pero la amargura se acrecienta más al transcurrir el tiempo y no tener noticias de su amado. Ella es consciente que él es su rescate. Porque de manera ciega le entregó ese titulo. No lo duda, cuando este en sus brazos se olvidará de todo, su sonrisa dulce adornara sus expresiones y finalmente podrá hacer realidad el sueño deseado miles de veces, pero llevarlo a cabo necesita saber que sigue con vida.
La puerta de la habitación se abre de improvisto, apartándola de las conjeturas de su mente. Y desde ella el rostro de la enfermera con una sonrisa entre afable y nerviosa se asoma.
- Tiene una visita señorita – le exclama con un tono condescendiente por haber sido testigo de la soledad de su vida aún antes de haber despertado. – Es un hombre.
Elena no se siente con la intención de ocultar su dicha. Una sonrisa desbordante le llena el rostro.
- Hágalo pasar por favor. – dice mientras que le responde con la misma expresión y con unos ojos que se limpian la humedad de tristeza. Quiere verse entera.
Sabe que es Marco que aun sabiendo lo que le ha ocurrido la aceptará, porque han estado cerca por mucho tiempo y este encuentro con la muerte los terminará por unir. Ya no planea esperar más, si el no es capaz de declarar su sentir lo hará ella. La duda los ha separado demasiado tiempo.
Se sienta en la orilla de la cama, y mientras ve hacia la ventana que da a un pintoresco jardín en su cabecera espera el momento de manera dichosa. Se maravilla de lo diferente que se ven las cosas simples dependiendo de la condición del corazón. Se retoca el pelo y se da un repase por la cara. Al llegar a su pecho su semblante alegre se transforma, pero no se permite decaer. Con ambas manos lo oculta, es algo que le causa mucha molestia, pero mas que otra cosa vergüenza, segura está que ya no habrá más.
El corazón le golpetea el pecho y puede sentirlo con sus manos que ocultan el vacío, cuando la mano varonil empuja la puerta de la habitación haciendo ese sonido característico. Sus ojos expectantes y deseosos muestran un contraste de emociones en tan pocos segundos.
- Hola Elena, me da gusto que al fin hayas despertado – habla con una voz ronca Oviedo, su compañero.
La chica no oculta sus emociones, es algo que le molesta de ella, pero no ha podido cambiarlo. No solo su decepción es evidente, sino también su vergüenza. Aprieta sus manos en el pecho y se da vuelta rápidamente, incorporándose y dando la espalda para asomarse al vidrio de aquel gran ventanal.
- Nos tenias muy preocupados a todos aquellos que sobrevivimos al fallido ataque, - pausa un momento esperando alguna reacción de la afligida convaleciente. Al notar el silencio molesto se dispone a hablar, pero es interrumpido.
- Lo siento tanto Oviedo, no he dejado de pensar en ello, no alcanzo a concebir que pudo salir tan mal. – contesta sin darle la cara, su voz enronquecida ante el pasar de los días tendida transmite un pesar hiriente.
- Si Elena, fue un desastre, nunca imaginamos lo que habían preparado para nosotros, jamás me pasó por la mente algo así. – clama con rabia mientras aprieta su puño con fuerza, la chica lo nota y se le hace una reacción muy natural, mas aún viniendo de un hombre visceral como lo es el agente Oviedo.
Con temor en su habla y un aire de resignación se presta a hacerle la pregunta. Sus compañeros muertos, sus amigos mutilados como ella y lo más importante en este momento en su interior, el estado de su capitán y gran amor.
- ¿Cuántos cayeron Oviedo? Quiero saber los nombres de mis amigos que murieron. – lo dice sin dudar un momento. Es una mujer fuerte y con mucho temple y sus palabras para quienes no la han tratado pueden sonar insensibles, no para Oviedo que conoce bien a esta mujer frente a él.
- Quisiera no hablarte de esto ahora, tu prioridad es restablecerte. Has pasado meses en cama…
- ¡Eso no es de tu interés! ¿De qué me hablaras entonces? Dime quienes murieron, - exclama con fuerza – Dímelo por favor. – termina mientras voltea su rostro hacia él con palabras quebradas por el llanto y su mano se eleva a limpiar sus lágrimas.
- ¡Esta bien! – Responde un tanto contrariado - en el ataque murieron 7 de nuestros compañeros, - pausa un instante por la dificultad del tema – Cayó Ramírez, Marcial, García, Ávila, Rivera…
La chica siente cada una de esas pérdidas, algunos compañeros desde la academia y todos ellos hombres extraordinarios, aunque su corazón tiembla en cada nombre, porque sabe que el escuchar uno solo la destrozaría; Villela es el apellido que no desea.
- Beltrán y Luna. – Termina – Ellos han sido los camaradas caídos ese día desgraciado.
El corazón de Elena palpita con furia, sus ojos voltean hacia su compañero, la pregunta es clara aún sin hacerla. - ¿Porqué el Capitán no está aquí?
- ¿Te preguntas por el capitán Villela? – le cuestiona para recibir un movimiento de asentimiento de cabeza de ella. A Oviedo le enfurece este hecho, sus ojos se llenan de coraje y de frustración. – Al ex Capitán le pasó algo peor que la muerte, ese perro nos traicionó.
- ¿A qué te refieres? ¿Por qué hablas así de él? – enuncia Elena sumamente contrariada y girándose completamente para estar frente a él. - ¿Qué te hace llamarlo de esa forma? – Voltea con la misma rabia de el agente, solo que con lágrimas ante su desconcertante actuar, su voz se vuelve seria para terminar. – Por Dios Oviedo ¡Habla!
- Se lo mucho que te dolerá escuchar esto, pero es algo inevitable, ya sea ahora o mañana te causara el mismo daño. – Le habla mientras no puede evitar ver su pecho, ella con determinación le clava la mirada en busca de respuestas y protege con sus brazos el busto. – Mira Elena, todos hasta tu misma fuimos víctimas de una terrible traición. Créeme que al igual que tu yo estaba contrariado y en medio del dolor por la pérdida sentí impotencia. Pero ahora todo ha quedado claro. Nunca fuimos capaces de asimilar porque nuestra unidad fue la única en acudir al ataque, nunca asentimos porque fuimos a parar justo donde el enemigo sorprendió por su eficacia. – Pasa su mano por la cara, le hace falta su habano – Todo fue un plan siniestro cuya mente fue Villela.
La chica no da crédito a lo que escucha, su boca quiere decir una palabra, pero tiembla ligeramente, lo que la hace pensarlo.
- ¡No te creo! – Grita con fuerza – No puedo creerte repite mientras que le golpea el pecho, mas por la angustia del momento. Por lo irreal que lucen los hechos. Él nunca podría, lo repite en su mente una y otra vez y sus lágrimas escurren de nuevo.
- Se que para ti es muy difícil lo que te revelo, pero ya no queda ninguna duda, todos nos sentimos como los mas viles de los objetos por lo que nos ha hecho. Hay compañeros que perdieron el brazo, no es sencillo hacerse a la idea. – calla para tomarla de los hombros y abrazarla, mientras que ella acepta su pecho, pero no le queda del todo claro.
Así, ese día Elena se entera de cómo ellos fueron usados como señuelo, que indignante, el convoy blindado no era para que ellos pudieran entrar, sino para que el poderoso narcotraficante lograra salir. Oviedo le da respuesta a cada duda que le va surgiendo. Parece más que claro, la entrada y salida del vehículo fue en un sitio donde estaban a merced de sus ametralladoras y la incursión del Capitán a la residencia de manera mas que cómoda y su pelea con el jefe delictivo no era mas que un engaño bien articulado culminado con la fingida toma de él como rehén para lograr escapar. Villela recibía grandes sumas de dinero por datos confidenciales, pero el nunca fue ambicioso, eso pasa por la cabeza de Elena. Ese día recibió la llamada del mismo “Rudy” de que había sido sorprendido y necesitaba un escape. Allí entrarían ellos, llevaría la pesada furgoneta para poder salir a través de los hombres que los mantenían confinados, debería ser rápido antes de la llegada de los militares.
Elena invita a Oviedo a retirarse agradeciendo su visita, no sin antes prometerle éste que la visitará constantemente hasta el momento de su salida del hospital.
La chica no podía creerlo, era inadmisible, ella conocía mas que nadie a Marco, creía conocer sus alcances, aunque siempre le desconcertó el hecho de esa mirada que en ocasiones parecía perdida, como imaginado otros lugares y momentos inalcanzables.
Esos días antes de salir le sirvieron para pensar, pensar mucho, la traición no era del todo clara. Lo amaba y se negaba a dar crédito de que esa misma persona hubiera jugado con su vida y con la de los demás miembros de la unidad.
Recuerda cuando acababa de conocerlo, cuando cursaban ambos la Academia, no puede evitar que sus labios dibujen una sonrisa de añoranza, que tiempos tan diferentes y bellos. Allí sentado tras de ella intentó jugarle una broma al tomar su mochila y pasarla hacia atrás a sus compañeros. Éstos la tomaron y se la llevaron volviendo la broma pesada. Marco nunca quiso eso, pues los demás aprovecharon para llenar su alforja de piedras y patearla en medio del patio. Elena nunca había llorado, pero ese día lo hacia de rabia, ante el desprecio de sus compañeros por su género. Marco entonces se hizo de golpes con ellos y aunque herido pudo regresarle su bolsa. Ella lo interpretó como un acto noble, pasando de tomarlo como gran amigo a su amor secreto. Algo que ella necesitaba para sostén es esos, sus momentos mas difíciles.
Su vida cambió, las cosas que antes la deprimían la llenaban de magia y alegría. Podía ver la lluvia como algo hermoso y memorable solo por haber estado en su compañía en un momento así. Vivía enamorada, recordando sus palabras cuando no estaba con él, añorando de inmediato siquiera poder verlo y extrañando con un sabor hiel al por una u otra razón dejar un día sin escuchar su cautivadora voz o sus atractivos ojos miel. El era perfecto para ella y era el engranaje que le faltaba a una vida vacía de amor.
Pero hoy ese noble sentir la hiere ante la duda, mas al ver su pecho producto de la indiferencia al amor que le profesaba. Pero en sus ojos una mezcla de esperanza y de justicia la mantienen viva y con el deseo ferviente de verlo de nuevo. Necesita asegurarse de que lo más bello que le había dado la vida merece ser arrancado de su corazón engañado.
Así pasan los meses, hasta que en una noche lluviosa, tres vehículos especiales de la Policía Federal recorren las transitadas calles de Durango, con velocidad tal sus mas de 40 ocupantes bajan apenas se detienen, al frente de ellos unos bellos ojos rodeados por una capucha, corta cartucho a su arma para prepararse a la incursión a una lujosa residencia de la capital. Sorpresa total, las investigaciones arrojan que ha sido descubierta la ubicación de uno de los capos mas peligrosos del norte del país, asesinó hace meses a “El Rudy” Maldonado para quedarse con su territorio, es sanguinario, metódico y muy peligroso. Varios federales han sido asesinados con claras señas de tortura, a toda costa debe ser atrapado.
- ¡Bueno chicos, ha llegado el momento! Que las puertas del infierno se abran si esos malnacidos no se rinden hoy. – Grita con una voz bella y muy femenina - ¡Despliéguense! – grita, seguido de un ¡Si capitán! Que se escucha sonoro ante el arrecio de la lluvia.
Los grupos de federales, usan sus escudos y caminan en formación de flecha, restringen cada salida posible y en ese instante su líder se pone al frente y con un grupo de cuatro inician la incursión, apenas derriban la puerta de madera de la residencia uno de sus compañeros es herido y la ágil oficial ordena a sus otros dos compañeros que lo pongan a salvo y que cubran el avance de los que entrarán. Su voz imponente se escucha minutos antes de que se inicie la lluvia de balas desde ambos bandos. Pero ella tiene un objetivo distinto y hasta egoísta, con su fusil de asalto y uso de granadas se abre paso hasta la planta alta del hall de aquella mansión, mata a cuanto enemigo se encuentra y en el instante de pasar por una habitación ve una imagen que la sorprende. Un hombre intentando escapar de tal infierno abre una ventana.
- ¡Alto allí! – le grita con autoridad y con un poco de nerviosismo. ¡Arriba las manos!
- Vaya Elena, ve el giro que dan las cosas. - le responde el hombre que abandona la intención y baja de nuevo su pierna de la cornisa de la ventana para ponerse frente a ella y cimbrarle sus sentidos, primero con aquella melodiosa voz que tanto amo, después con un rostro marchito y ojos desorientados. Tímidamente ve en el piso tirado, un paquete de cocaína y sorprende hasta donde la bajeza de sus actos. Todo le parece claro, ya no tiene preguntas, ni siquiera reclamos, sin embargo, una tristeza inexplicable hacen a sus grandes ojos conmoverse.
- Tengo tanto que decirte – le habla con su antigua deslumbrante sonrisa, hoy solo un remedo.
De reojo ve a un hombre salir desde un armario y no duda en abatirlo, al regresar, la figura imponente de Marco la paraliza por un momento, mientras que le toma su brazo elevándolo y con la daga en su otra mano la clava cerca de la axila de Elena, alejada de la protección de su chaleco, sabe muy bien donde atacar. Cae su fusil al inmovilizarle el brazo, pero no la libera, se quiere regodear de su acto. Elena llora, no lo puede creer, sus sueños debilitados por sus actos finalmente se hacen pedazos y él lo nota. Retira la capucha para ver su sufrir con placer.
- Vine aquí creyendo que aún había algo en tu interior que merecía ser rescatado. – le habla con una voz débil entrecortada por una dificultad para articular palabras. – Veo con tristeza que hay cosas para las que nunca se nos entrena. Tu para enfrentar esa maldita adicción y yo para enfrentarte. Nunca entendí porque lo hiciste y quise encontrar la respuesta, ahora es más que claro, al contemplar con mis propios ojos tu decadencia total.
- ¿Quieres saber porqué lo hice dulce Elena? – Le habla extasiado, con aun polvo depositado bajo su nariz, - Lo hice para crecer, para mostrar mi habilidad y poder ante los otros como yo, pero sobretodo para poder terminar con gente tan patética como los que representas.
- Lo irónico es que aún si volviésemos a nacer, te habría amado – le dice con balbuceos cuando una tosida saca la sangre por su boca que le impedía respirar, cosa que él toma con regocijo acercando su rostro – Y aún seria capaz de proteger tu vida ¡Aunque sea de ti mismo! – clama en el mismo instante en aprovechar esa confianza y girar su mano que Marco mantenía sujeta, para con gran agilidad liberar su brazo sano y desenfundar su revólver, detonándolo en su corazón para instantes después verlo caer. Ella cae de la misma forma, arrodillada, puede ver su rostro moribundo y solo por un instante viene a su mente una sonrisa y la seductora voz que la embriagaba, trayéndole bellos e inolvidables recuerdos, cuando se creía feliz. Así lo imagina antes de caer.
“En Mexico el líder de uno de los grupos delictivos mas sanguinarios y peligrosos; los zetas, tienen como líder a Heriberto Lazcano, un antiguo miembro de los GAFES (Grupo Aeromóvil de Fuerzas Especiales) del ejercito mexicano.”