POEMA PARA DOS
Esta noche…
la ciudad se viste de luz.
Alguien vive en Nueva York
ella no lo sabe
sólo los lee/
mis poemas…
Si piensas como yo/
nos encontraremos
¿Dónde?
En mis versos,
no lo ves
mi alma es quien te habla.
¡Sueña!
que la noche nos permite
un minuto más,
para hacer de mis palabras
un verdadero
poema de amor.
TÚ Y YO, SÓLO DOS, NADA MÁS
Dos carrozas de luz que en su carrera
reverberan bruñendo los caminos
bajo la tétrica sombra del destino/
eso somos mi amor.
Dos pedazos de luna encendida
por la llama de un sol que fulgurea
devaneando en la resurrección de un verso,
eso somos mi amor.
Como luces que nacen y que mueren,
como sombras que a luz se tornaran,
eso somos, mi amor, eso somos/
tú y yo, sólo dos, nada más.
ME GUSTA ESTAR VOLANDO SIEMPRE…
Le tengo miedo a las heridas
que hacen los dulces labios
cuando besan amargamente
en un tibio corazón.
No puedo leer los pensamientos
pero presiento el dolor
cuando se acercan a mi.
No sé de rosas muy bellas;
pero sé de espinas
que clavan eternamente.
Le temo tanto a la soledad/
que prefiero vivir soñando siempre
para no sentirme abandonado.
En ellos la puedo ver/ a ella…
a la mujer no materia
que virtualiza mis ideas.
Así me gusta estar --volando—
porque volando/
siempre disipo… la realidad.
¡VIVE!
¡Vive!
conforme ante todo,
porque la vida nos sorprende.
Ella nos alegra
y a veces nos entristece.
Siempre con la cara placida
y una mueca duradera
entre los dientes.
La felicidad esta en ti…
no la busques en otra parte.
Escudríñate en el corazón/
allí tendrás serenidad
Porque la verdadera paz
se esconde en el espíritu
y ella es la llave… del amor.
Sonríele a la vida
y veras como ella
te va a sonreír.
Pues si se vive contento,
muy bien se puede vivir.
ETERNA JUVENTUD
Que tu cuerpo lo goce la vida,
no le entregues tus armas a la muerte
que aun la guerra no termina,
ya la muerte murió
y tu vida esta viva.
La esperanza la llevas en ti…
ponle alas a tus sueños
y que vuele la esperanza.
El rigor de los años nos alcanza,
no dejes que la vejez toque tu alma,
preserva la virtud del espíritu
pues las cosas de carne siempre pasan.
¡Que tu cuerpo lo goce la vida!
¡Que perdure la vida en tu alma!
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