efraguza123

Moho

Vuelvo a lo que haces en la casa nuestra

cuando cabalgas sobre las horas indómitas

y retas al invierno que carcome la madurez del techo

y sacude sus racimos de tiernos y furiosos tintineos

con esa aurora de rosa perfumada y bendecida.



 



Esta mañana enjuagabas sin reproche ni protesta

los trastos vetustos y pesados de pobreza densa

con la episcopal delicadeza de tu llanto de niña

y cruzaron el jardín de tu rostro de ángel

esas olas de profunda transparencia

que convierten las penas y el dolor en perlas.


 

Supe así que el día que aceptaste caminar a mi derecha

era para lucir ante el mundo el placer invicto de tu risa

y cincelar sobre el frágil color de los guisantes

la promesa de amor espesa y amarga de la ruina.



 



Mas ante el vasto dominio de ceniza humedecida

tú sales como la fulgurante copa de añejado vino

y sin pensar en el oropel de la fastuosa vida

te desvelas para limpiar ese moho que tiñe los vestidos. 



Contigo no me asusta que los días lleguen y se marchen

si tengo en tus labios esa riqueza de oro inagotable

que hace de nuestra humilde casa una frondosa arboleda

y de la febril angustia que cercena el calor de la nhelada hoguera.

Efraín Gutiérrez Zambrano