ivan rueda

EL MUS DE LOS SILENCIOS ( Homenaje a los desaparecidos )

 

ÉRAMOS

 

Terráqueos, éramos penúmbricos de umbría,

un tanto paralíticos en el humus de lo humano,

Parsifales sin Grial que alumbra el cielo,

ausentes de sol, de luz y otras cumbres.

Corría el tiempo vientre abajo de uno mismo

con salitres de atrofia metafísisca,

trasladábamos los olvidos de un lado a otro

como si fuesen mesas para todo

sillas de sentarse o estar de pie

o una cama de muchas correrías.

Padecíamos de una cosmética coetánea

de decolores insólitos y súbitos,

semejábamos fregados con lejía

por eso deshojamos los espejos

Para no asustar las muñecas de las niñas.

El lugar era crítico por lo hondo,

estrecho por los lados de la intriga,

un poco venido a menos en su espacio

por asuntos de muchedumbre sin control.

Por aquel entonces

jugábamos a descosernos las miserias,

a regalarnos pelotazos de pestañas

y a besarnos con las puntas de los dedos.

Yo conté sobre treinta por lo bajo,

más arriba no corrían bien mis sumas

porque nunca dispusimos de escaleras.

Mis vistas daban al mono azul del carpintero,

y al lacito verde de su hija,

al reloj parado de un muchacho

y a la alpargata negra de una vieja.

Éramos una comunidad bien avenida

y trabajábamos en la tristeza del silencio

como otros en la silicosis de una mina.

Al principio tuvimos miedo,

miedo a revocarnos con presura

y a perdernos en los laberintos de los ceros,

pero pronto aprendimos las raíces de las plantas,

la verde interacción de las gramíneas

con nuestras sangres desnudas, estancadas,

con nuestros escombros de piel y gelatina.

Poco a poco acudieron las hormigas, los gusanos,

a tocarnos los genitales, las narices

pero nadie protestó por estos vándalos

porque eran actos de trascendencia natural.

Los platelmintos dieron cuenta de mis ojos,

los anélidos engordaron con mis vísceras

y al perder todo rastro de mi rostro

me sentí igual de calavera que en la vida.

¡ Ay, esqueletísimo de mí,

tan blancucho en sus calcios,

tan clavicordio en sus huesos !

 

 YO QUERÍA

 

Pero ¿ cómo acabamos aquí,

enterrados como perros con la sarna

en una fosa vecinal absurda y timorata

como un bobo en medio de dos nos,

sin tumba abierta al público como manda Dios ?

Yo quería ser rezado al borde de mis tímpanos,

de mis huecos auditivos,

al otro lado de una lápida

con mi nombre exacto en su centro,

con las fechas de mi vida y de mi muerte,

con un epitafio de sintaxis estupenda

y no de lejos como rezado por los pájaros.

Yo quería que me visitasen mis hijos,

mis amigos, mis parientes, mis deudos,

hasta mi ex – esposa, la lagarta,

que me la pegaba con mis compañeros de trabajo,

¿ por qué no ?

Yo quería decirles a mis hijos:

¡ Eh, Gustavo déjate de tanto ir de puta en puta  y búscate una novia !

¡ Eh, Ismael, ólvidate de las tragaperras y ahorra un poco !

Yo quería decirles a mis amigos:

¡ Crápulas, ya queda menos para vernos, que el tiempo corre para todos !

Yo quería sentirme florivisitado por hortensias mayorales,

por clavelinas de glasé y rosísimas al grill.

Yo quería que me trajearan de festivo,

que me calzaran con zapatos de charol,

que me maquillasen las ojeras,

que me taponasen los orificios pudendos

para evitarme las vergüenzas superiores.

Yo quería descansar, dormir mi pedazo de eternidad

en un féretro de pino, unipersonal e intransferible,

en un nicho del camposanto municipal

como todos los que pagan sus impuestos,

Yo quería un velatorio de lágrimas falsas y correctas,

con abrazos, pésames y otros asuntos generales

tan bien compuestos para las despedidas cósmicas,

para los adioses multilaterales y milimetrados

para las muertes por lo civil y lo eclesial.

Yo quería palabras canónicas de los morados hábitos,

versículos acústicos y torrentes de rosarios.

Yo quería morirme en la cama o en el bar como un buen cristiano,

y no así, aperrado entre los horrísonos de la guerra,

en una matanza de medio pueblo

cometida por obra y gracia paramilitar,

estos patéticos de caqui,

estos señoritos del fusil,

estos tocagüevos sin escrúpulos

al servicio de otros más funestos y estratégicos,

cúbicos en la diástole, desrazados en lo humano,

predicadores de verbos sin amor.

¡ Maldita sea la turbulencia monetaria,

los tañidos del billete, el réquiem que concierta la codicia !

¡ Malditas sean las armas en todas y cada una de sus expresiones !

¡ Malditos sean aquellos que la portan, que las venden, que las miman,

las engrasan, las disponen, las exhiben y las hacen tropezar con sus iguales !

Yo quería morirme sólo, sólo yo, a solas con mis lágrimas,

con mi corazón de pronto estropeado,

con mi corazón sin voz, mudo de pecho,

con mi corazón sin quicio, solo y cerrado.

Yo quería morirme sin la masa y de viejo

yo quería ser sin genocidios bien enterrado.

Yo quería…

 

 

BUSCO Y EXIJO

A tres metros de profundidad

duelen los huesos mal colocados,

las clavículas al borde de los pies,

y las rótulas revueltas con los cráneos.

Duele el desaire, el peso de la tierra sin oxígeno,

y la lluvia que se filtra mundo abajo.

Busco una anestesia contra el odio,

entre cadáveres de obreros y muchachas,

busco un sedante que me aturda

tanta rabia feroz contra la rabia,

busco una razón contra el desastre

entre tanto espectro y ectoplasma.

Exijo un antídoto contra el hombre,

ese vil asesino y su desalma,

exijo para la niña dos ojos nuevos

con pupilas azules de mar salada

que le tape la locura de los huecos,

y que la lleven a mirarse en una charca.

Exijo otro mono azul para el obrero,

sin tanta sangre viril y tanta mancha,

un martillo poderoso de buen acero

para que rompa cadenas y levante casas.

Exijo un reloj que ande para el jovenzuelo,

Para la vieja enjuta mil alpargatas,

Y para mí, para mí tan sólo quiero

que me devuelvan mi par de gafas.

 

SOMOS

 

¿ Qué somos ?

Ni huesos somos

sino polvo sideral de los olvidos,

carencias volando por las nieblas,

sombras absolutas,

negritud matemática,

infierno pobre,

tétrico exterminio,

desmemoria,

desintegración moral,

líneas microscópicas,

vacío de los círculos,

nada, exactamente nada,

silencios, eso,

somos el mus de los silencios.