Cuando el cielo quiere abrir sus ojos
Y comienza a arrojar diamantes,
me adentro en esas horas silenciosas
buscando sorprenderte aun dormido,
te encuentro amor mío y te veo como
un ángel yacido apuesto y noble.
Están tus ojos hilvanados y no quiero
pero me halas a tu lado, me siento
en tu lecho; comienzo a peregrinar
por tus labios y canto sobre ellos,
con el ritual escarlata que te atrae;
mientras despacio escribo mi epitafio,
desgajo tu sueño con mis dedos,
con mis manos tersas, prodigiosas,
prolongo ese instante tan intimo,
el alba nos da de su fragancia,
el viento entona su guitarra,
entre los arboles preñados
de grandes, realidades y utopías
nace abundante al pie de ellos
nuestro remanso de amor