QUE soledad más constante es mi vida
qué necesidad de llegar a comprenderme
poner una palabra bonita en cada herida
dejar atrás aquellos días de fiebre
En la noche acumular pasos humillados
pisar en la tarde la tierra buena
alquilar los sueños que tengo cansados
tener esperanza como la luna llena
Para ver la línea del destino serena
volver a recordar el sabor de algunos besos
borrar el estatuto constante de la pena
florecer la virtud sencilla en los huesos
Ya se quebró el corazón de mi cuerpo
si ha de pasar el latido vencido
y en vano la ceniza de un simple intento
cuando la fe jamás había nacido.