Cuando siento la soledad,
Tú, Señor me consuelas,
si tengo temor a la noche, Dios, me das la luz,
desde niño, siento tus manos en mi camino,
también te veo en la alegría de mi hijo,
o cuando la niña me enseña un dibujo,
cada vez que beso a la mujer que me haz dado.
A veces, me pierdo, me olvido,
me hago uno más, de esos que te necesitan,
pero que no lo sabemos,
y buscamos entre las imágenes
lo que solamente Tú nos da, La Vida, La Paz.
De verdad es difícil orar en silencio,
cuando el día es un tornado de cosas,
que me aturden y adormecen,
ahí, en el medio de todos, aquí en la oficina,
repito la oración del Monje:
"Señor, te piedad de mí",
"Señor, ten piedad de mí",
la digo en silencio, mientras hago el café,
en el transporte público, cuando almuerzo,
al llegar a la casa, al bañarme...
y puedo sentir ese aliento especial
que da la paz en medio de la agitación, tranquilidad en la tormenta,
por eso Señor, bendigo tu Nombre.