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Viejo Roble

Verbigracia: Rincón de penas

y voz lasciva y desnuda, como sentir del viento.

Sentir que se esconden los pasos

en hojarasca de labios ingratos, sin recuerdos,

respuesta de palabra a palabra, una voz

que se exilia en el pasado, prohibiéndose fiel

a la memoria de algún sentimiento frío

y santuario del hombre que supo velar la noche.

Pueden fundirse los escritos, sin que punto y origen

avergüencen los años maduros que han caído sobre mí,

empero me detengo.

Me inserto en el ombligo del tiempo, un segundo,

hasta sentir los golpes verdes que invaden mis ojos,

las sales que roban del viento una caricia;

esa que delinea un rostro impotente, nunca derrotado.

Soy el viejo el roble de intento erguido,

cómodo espacio de sombras que vienen o van;

más se van, y al menos que pasan.

Caerá mi última hoja, muerte de mis pocas horas,

revolveré los logros en un ágape de llantos y risas,

y escarbaré en el cofre de algo, si aún queda;

una fuerza de vida, un impulso nervioso;

y me procure ocupado.

Entonces beberé de la tierra

la razón de una ilusión

y otro poema.