Se me agotaron los caminos,
de flores y hogueras,
se clausuró,
el boulevard de mis sueños
y lo que me quedó del ayer,
es existir,
consumiéndome,
dentro un hormigueo,
de lejanos recuerdos.
Escucho un eco envuelto en sedas
y se convierte en inquietud,
mi penitencia eterna
y vuelve su imagen
desde lejanas estepas,
a aduanarse de mis desvelos
y mis penas.
Arribaron sin previo aviso
las flores en primavera,
mientras mi alegría
se quedó enredada,
dentro de su negra cabellera.
Volverá la noche callada
a llenar mi alcoba
con fragancias de ausencias
mientras cierro los ojos
y contemplo
una luz misionera
y unas huellas que me reclaman,
mas allá de las estrellas.