Esa piel tantas veces recorrida
por el beso sutil y continuado,
en lo febril del sueño derrumbado
por el trinar del ave amanecida.
Esa piel dulcemente apetecida,
durazno ávidamente degustado,
desnudo territorio deshojado,
tantas veces visión aparecida.
Esa tu piel que vive entre mis manos,
me ofrece sus rincones más arcanos,
siendo seno, vientre o rosa encubierta,
de pronto como niebla se diluye,
se confunde en una nube, vuela y huye
dejando una ilusión pálida y yerta.
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