Me llenaré de mariposas.
Así seré una flor.
Un día.
Ataré a una estrella el hilo de tu historia
Dragón de Viento
cuando duermes y la luz te roza el miedo
y te desatas insolente y salvaje
sobre el asfalto asombrado del cielo.
Será verdad que tus sueños arañan horas
- instantes inocentes que te miran -
y que el respiro de tu beso, al alba,
podría desangrarme viva
y cambiarme la piel en cristales de plata.
Te alumbro sin voz, ángel de fuego,
lamiéndote las sombras con mis venas,
recorriendo entera la Leyenda de tu fiereza,
con las manos azuladas entre tus ramas,
enredada a tus negras alas de lucha.
Los ojos en la nada,
hundidos en el fondo de tus fauces.
Mínimos movimientos resbalándome susurros
en el vientre.
Estallan los reflejos de tu hambre
mientras te agarro el último respiro,
víctima de mi savia, denso y eterno.
Las olas del un mar rojo llevan besos.
Te miro.
Húmeda de veneno lujurioso,
Cautiva.
Rendida en el ignoto
Y vos,
inmenso.