Toda la vida creí que te gustaba,
que después de la tormenta
volvería nuestra calma.
Pero tú me has demostrado
que se puede herir el alma,
cada vez que tus palabras
me atraviesan como lanzas.
Es verdad lo que yo siento,
pienso en ti cada mañana.
Y me veo y no comprendo
cómo es que ya no me amas.
Ni me buscas en tus sueños,
ni te quedas en mis lágrimas.
Ya ha llegado el momento
de pedirte que te vayas...