Me voy, como se van las flores cuando mueren
o como el árbol, aquel que plantamos
hace quinientos años.
Me marcho, porque las nubes
ya no me rozan cuando pasan
y el ayer o el mañana son tiempos difusos,
porque el atardecer se rompió dentro de mi.
Me deshago, como una vez lo hicieron
los hielos del planeta,
siento que poco a poco, mi mundo desvanece.
Cuando regrese, sin saber quien fui,
ni dónde se instalaron mis arcángeles,
tal vez encuentre la tierra prometida,
para entonces no se si habrá flores
o si el árbol aquel, levantará su copa
para alcanzar el infinito.
Entonces empezaré de nuevo
a marcharme lentamente,
rehaciendo el tiempo.