Mariposas juegan en mi mente, los ruidos no los puedo sortear,
un amargo sube por la garganta, mis palabras no son escuchadas y
mi ansiedad se vuelve mi volcán desesperado.
El horizonte se quedó muy atrás de mí,
de que me sirve mirar el orden y la opulencia,
mi razón se perdió en los matorrales y campos desiguales.
Mi lengua madre suena en mi cabeza,
el mundo de afuera me es ajeno,
la desesperación se pierde en mi,
ojos gritan “ayúdenme aquí estoy”
la motórica insegura chocan con brazos y hombros insensibles,
los objetos se escabullen en la retina,
el cielo se vuelve gris, azul, blanco, verde, infinito,
las rodillas y equilibrio me vencen,
ojos se abren entre paredes blancas.
Mis críos son premisas extrañas,
me falta calor y energía,
viven distorsionados en formas, sonidos y colores,
mil voces encerradas se multiplican,
deseo volver a mi vida pasada.
Los somníferos se duermen en si,
el mundo se apaga por un instante.
Paisajes y gente dejada atrás,
la única esperanza,
mar, montañas, nubes están solo en el papel,
me siento solitaria, infinitamente solitaria.
Quiero morir y resucitar fuera de aquí,
colorear mi propio mundo,
llenarlo de elementos y figuras deseadas.
Una ventana en el cielo azul,
abierta al momento * incomprendido,
me invita a empezar de nuevo,
a rasgarme el pasado y bañarme de sol.
Por Walter Trujillo, Agosto 23, 2011
* de sentirme incomprendida