Escrutadores los ojos de lo divino,
El vientre celestial embarrado de universos,
De historias anónimas que la infinidad esconde.
Rasgado el firmamento por las garras astrales
Se columpian perezosas las estrellas entre los ganchos
Que los ojos fijan en la inmensidad de sus fantasías.
Fugaces, impertinentes,
Ancla las sombras
Reinando en su cetro su dominio,
Empalago seráfico que no termina de saciar.
Tapices labrados en su corona
De aureolas multicolores
En su caballera azabache.
Fronteras de la inmensidad
Que no limitan las miradas,
Gulas del pensamiento por delatar
Excelsa sus rincones distantes
Violar vanidosos la cósmica virginal
De su túrgida potestad.