clonariel

DE ALAS Y CRISTALES

La mañana como extendida palmera


reclinada hacia nosotros. Glicinas erráticas


fueron trepando nuestro refugio,


cuna del aire, dócil ámbito sereno.


Santuario principiando hojas.


 

En la noche fuimos capturando besos


de palomas. Deshilvanamos la madeja


de nuestra sangre, transitamos azules


distancias, detalles de la piel entregada.


La luna elevó plegarias y alas puras.


 

Ah… tu piel, en cascadas se me abría,


plena nube entre las sombras y mi propio cuerpo,


lago de marfil creciente,


trigo desorientado en íntimo desarrollo.


Devoré el pan que me ofrecías.


 

Fuimos y regresamos con alas nocturnas


sobre la luna ósea que orquestaba


leves violines constelados. Oíamos quizás


nuestra propia voz cubierta, rumor


de blancos  bosques en las sábanas.


 

El alba ardía y callaba rocíos.


Las desiertas piernas, entrelazados ríos.


Tu cabellera me traía felicidades.


Había un océano vertiginoso que lentamente


nos anudaba, nos entregaba su compás.


 

¿En qué espejismo empecé a quererte?


¿En qué viento amarillo nacimos?

 


De cierto modo un mismo suelo acompañó


nuestros pies en su frutal desarrollo.


En la noche del viento, caíamos como lámparas.


 

Amor de mis horas y mis años, tiempo del cardo,


carne de mis sueños en la selva bravía,


festejemos las copas llenas del alma,


abracemos la aurora de cada noche,


trepemos el amanecer, recojamos golondrinas.