Cuando despierto con estos
certeros rumbos infrecuentes
que transitan de la noche al fuego,
cuando la media edad se me renace
en las formas estilizadas de las máscaras,
cuando camino a la vanguardia de las nubes
esquivando aguaceros de esquirlas,
sé que hay soles que a nacer no alcanzan
y tinieblas que no anclan en el ocio
porque corazones de pez las alimentan
con el negro alfiler de edades sin ojos.