Sea mi deseo ferviente,
el que la angustia
-de ningún modo-
acuda, que desista de peinarte.
Que la esperanza en ti devengue,
esté contigo, te complemente;
que mientras acicale tus enseres
no se olvide de perfumarte los cabellos.
Mi corazón te sirvo desnudo,
sea util y capaz
de en necesidad alimentarte.
Te lo entrego lleno de dicha,
al saber,
que tu querer es mi querer
y es imposible de destruir
todo aquello que tanto ama.
*** *** ***
Cosita linda,
cuanto deseo,
amar despacio,
amar sin peros.
Ternura fina,
pasión que bebo,
gracia divina,
en ti todo ello.
Luz de mis días,
mi flor, destello,
suave tu piel,
dulce tu aliento.
Haces me ría,
piense sin velos;
eres respiro
llenas mí adentro.
Tu voz arrulla,
llega y me incita,
moja con tonos,
cuales excitan.
Precisas justa,
regalas sueños,
y es que concedes
la magia en versos.
Te dono mi alma,
te entrego cuerpo
y como amante,
gozo tu fuego.
Nada me falta,
contigo tengo,
la luz cercana,
mi sol ya lleno.
*** *** ***
Es por tanto quererte puedo intuir,
alcanzar el horizonte,
al sentirte poder ver;
fundamentos adosados
al espacio -siendo gratos-
que se adoran por tener,
con ellos vida servida.
En la cual estás envuelta
disfrutando de emociones,
que suenan desentrañando
cultos de meigas y celtas.
Dices que siempre hay razones,
que las traen sabiamente.
Que las emociones son:
como las olas, que igual llegan,
como filtradas se van,
pero precisan de estar.
O la nota que en botella,
por tan extensa la mar,
no es encontrada queriendo,
la que se halla justamente,
cuando se debe; no más;
y con fin, de buen seguro,
al descifrar su lenguaje,
nos despierta a la hora exacta,
cuando ella deba explicar.
Sé, del amor que en ti toma reposo;
sobre él y su contenido.
Y que por habilidoso,
incluso de los despojos,
sabe sacarles servicio.
Desprendiendo un abanico
de ilusiones que ventean
y se entrelazan asidas,
en acentuados vaivenes,
cuales bien zarandean desde tus pies
hasta el pensar innato de tu testa.
Quiero confesarte cuanto me place
de observar, tu sonrisa desbocada,
que cabalga enraizada,
y posibilita sean reales,
los tuyos, que son mis sueños.
Y aunque en ti cabe humildad,
dejar, de seguro dejarás,
por pisada, una huella imborrable.
Incapaz (por mucho que se intente)
de desvanecerse,
infructuoso será,
de cualquiera de los elementos el intento.
Como tampoco ha de poder desaparecer,
tu recuerdo, tu sello,
tu señal de mi mente,
impregnada está mi piel,
de cada una de tus mieles.
Mi cuerpo en vida te ha de llevar
-digo siempre-
y cuando éste desfallezca,
guardese de algún modo tu sabor,
pues no serás sueño,
sólamente realidad,
esté aquí; o donde me encuentre.
318-omu G.S. (BCN-2011)