Un millón de milenios podrán pasar pero mis relojes seguirán eternos.
Anochecerá la vida con mis letras dormidas,
pero el dormir de mis letras anochecerá con vida.
Al momento preciso de posar las partículas metálicas
del raudo amanecer continuo
al quehacer afanoso de mi cantar.
Regálame las galaxias soñando.
Y amanece con planetas colgados al pelo.
¡Sigue!, ¡Sigue!
Desquíciate los momentos y recórtalos uno a uno.
Escala riendo las murallas maltrechas de un cristianismo doliente.
Despójate cariño mio del pesado traje oxidado que os regaló tu nación.
Acariciaré vuestros andares mientras estos dibujen con huellas,
El hermoso rostro de tu felicidad acontecida.
Me tragaré el sonido de tus ojos
y en un beso pagano de la negra poesía maldita,
nacerán copihues ardiendo en libertad tuya.