Pequeño saltamontes,
con jazmines en la boca,
te encontré una mañana,
diste un rodeo
a mi cuerpo
tus alas batieron
mi pulso,
mis oídos sentían,
tu placer de hundir
tus ojos.
Gran enigma,
Saltamontes
dejó tu paso por mi cuello,
saboreador de la humedad,
como contestar,
al misterio,
ése,
que tu voz sale de tus alas.
“CRIC…”
(Adagio del Cabalero)