Guillermo Sánchez

Solía correr sobre la luna.

 

Solía correr sobre una calle 
descuidada, copiosa de hoyos 
como vemos en el reflejo  
de la luna, era mi luna, afirmo, 
mi patio de juegos, confirmo.


Envejecimos juntos. 

Canté mis pensamientos 
entre adoloridos amigos, 
viejos conocidos y ahora solo, 
son sombras del otro
 lado 
de la superficie lunar.


La vida pasa entre bostezos 

y miradas nerviosas.  
Nuestras botellas se añejan,  
pero el dulce vino que beben 
los demás se pone cada vez mejor.


Sí, solía correr sobre una calle 

que retrataba a un faro inmortal.
Frecuentaba mancharme con 
barro los zapatos y medias.
 

Río ahora, sí, 
una curva se dibuja en mi  
tenso semblante, porque fueron  
escalones que me añejaron  
para convertirme en hombre y
c
onquistar la luna.