Capítulo 4
Eufórico en mitad de sus Fórmulas para la Abreviación de Riesgos Litbur ordenaba rápidamente los adelantos que se suscitaban. Tomó a Josuá por un brazo y corrieron a lo largo de la plataforma en dirección del barco, en tanto los delfines, alegres y juguetones, saltaban excitados de un lado al otro del andén.
Un Empresario con cara de mongol matizado a lo europeo salió a recibirles…
-¿Qué sucede. Alguna avería seria?
-No, no se preocupe –adelantó Litbur-. Necesito ver a los señores Aproppion y Sedujana-. Sería tan cortés en conducirme a ellos…
-Si, si claro, cómo no… Pero debe calmarse. Recuerde la máxima de la Empresa. Tu oxígeno es el oxígeno de mañana.
-No diga tonterías empresario… Condúzcame por favor a los Jefes que le mencioné… ¡Sabe dónde localizarlos, no!
-Um, -suspiró aquel sujeto remadurado por las reciedades del mar-. Tu juventud será más corta que la de tu temporal hijo… Apostaría la mitad de mis acciones a que ignora el nombre del chico…
-¿A qué viene esto… Yo necesito…
-Necesita calmarse Centralista Litbur. Recuerde la máxima de la Empresa. Tu oxígeno es el oxígeno de mañana.
Litbur obedeció al tiempo que recapacitaba para caer en cuenta…
-Ah…, apuesto mi desmantelada Central a que es Ud, el Jefe Sedujana… ¿O me equivoco?
El pintoresco Empresario estalló en risas medicinales. A juzgar por sus rasgos Litbur le había hecho ver una mezcla de insondables apariencias, impertérritas, oprimiendo sus más escondidos vestigios umbilicales, provocándole jocosidad descontrolada.
-¿O es usted el Jefe Aproppion? –corrigió Litbur, pero sus palabras sólo sirvieron para aumentar aún más el descarcajo del hombre, que se agarraba el estómago para soportar las risotadas.
Dominado por su propia risa busca apoyo en Josuá, y tan pronto le toca, éste se contagia del remedio.
Como 5 minutos tuvo que esperar Litbur hasta que ambos lograron recobrarse del ataque.
-Has perdido tu Central de todas formas –afirmándose en su compostura-. Soy Aproppion… Vaya, siempre he guardado la esperanza de que la memoria de un Centralista pueda ser recuperada y tratada uno de estos días… ¿En verdad, no me recuerda?
Litbur no hizo el mínimo esfuerzo en tratar de buscarlo en algún lugar de sí, estaba bastante claro que no lo encontraría de una forma diferente a la que estaba presenciando.
-Sabe bien que eso no me sería posible, Señor.
-Bien, olvídalo una vez más… Sígueme –caminado hacia el interior del enorme buque relleno de pasillos, oficinas, talleres y laboratorios- ¿Conoces bien a Paul Ardea?
_Si, estudiamos juntos por algunos años.
-¿Le recomendaste la Empresa. ¿No es así?
Entraron a un espacioso ascensor de carga para desplazarse hasta una de las secciones más altas de embarcación, como a setenta metros de cubierta.
-Es un magnífico proyecto señor –estimula Litbur para no perder el ánimo-. Pienso que sería un buen camino para resolver el problema de estos chicos que nos han estado llegando desde los planos 17 mil y 18 mil… Fíjese, ¿qué ha pasado con las facultades que poseía antes de ser trasvertido hasta aquí? ¿O es que nunca las tuvo realmente? ¿Hay algo que verdaderamente pueda hacer la Empresa para alcanzarlo ahí donde está ahora?
-Ese problema no le concierne a la Empresa, y tú lo sabes mejor que nadie. Nosotros cumplimos con enviarlos a un plano acorde a sus condiciones, cuando por desventura vienen a parar aquí…
-Disculpe mi interrupción señor… No soy quien para conocer las disponibilidades de la Empresa, pero si podemos aceptar la responsabilidad de tratar a un individuo que por accidente llegó hasta este plano, por el deber que nos compromete, y procuramos que ese mismo tratamiento resulte efectivo en estos chicos, pienso que no estaremos confundiendo las cosas… Al menos si lo intentáramos con éste.
-Se sincero Litbur, dime. ¿Qué es lo que te induce a querer darle otro curso a esta tu responsabilidad temporal? Llévalo hasta el departamento de acomodación. Allí sabrán qué hacer con él. Seguro que tienen un millar de planos diferentes hasta donde trasvertirlo –su tono y sus maneras empezaron a agudizarse-. El no pertenece a esto. ¿Acaso no lo has visto? Aunque fuera capaz de recuperar su memoria nunca terminaría de adaptarse. Sentiría miedo antes que respeto, angustia antes que conformidad –salieron por fin del ascensor a una terraza con amplia visibilidad, las otras naves se veían pequeñas en la distancia, y el mar encrespado lanzaba visos dorados de agua siempre viva-. Luego empezaría a hacer toda clase de preguntas, se sentiría desmedidamente extraño, y buscaría a toda costa regresar a otro lugar al que tampoco pertenece ya... Terminaría volviendo al trastorno al no conseguirlo… Sabes que esas probabilidades han sido previamente estudiadas.
-Tengo un derecho –rebatió Litbur sin tomar demasiado en cuenta las objeciones de su jefe-. Esta vez la responsabilidad cayó sobre mí… No me interesa del plano donde viene, está conmigo ahora, y eso es lo que cuenta… Voy a sacarlo de aquí.
Aproppion le miró con frialdad incompasiva. Sabía por experiencias registradas que el “ente” que lograba sobrevivir a la alteración última, no era más que el producto de una leve confusión en los millares de canales Isoméricos creados por su civilización para atrapar y transformar las diferentes clases de energía que solían cruzar el espacio más allá de la atmósfera, provenientes de los confines del Cosmos.
Era altamente probable que cierta clase de energía, con atributos muy particulares, volviera a su estado de conformación más complejo, si en un instante dado las estructuras sustentoras de la canalítica isomérica la atrapaban de forma simultánea a un fenómeno universal igualmente complejo. Era lo que los Empresarios admitían en llamar: Lógica Regenerativa de Procesos Expansivos.
Este comportamiento de la materia desvaneciéndose había planteado serios inconvenientes en los programas de asociación molecular, pues se daba la irónica consecuencia, de que cada vez que una clase de energía -con el suficiente potencial para desarrollarse en base a programas de organización en el tiempo-, resultaba atrapada, inmediatamente degeneraba sobre la base de una rítmica repetición incontrolable, hasta desaparecer, en apariencia, por completo.
El resultado era satisfactorio, siempre que se pudiera probar cierto grado de pureza matemática en aquella chispa de energía. En casi el 100% de los casos resultaba contaminada, o infestada por algún virus; quedando aniquilada en el camino. Las que lograban pasar, se creían entre los Empresarios, cumplían con las condiciones y los requisitos necesarios para continuar evolucionando en otro de los miles de millares de planos, se sabía, representaban desiguales realidades cosmogónicas, con grados de aproximación y alejamiento en inconstante vaivén.
Debieron transcurrir largos procesos de experimentación. Alrededor de 352 años, se contaban entre las edades trashumantes de los Empresarios más viejos, como Sedujana, que acumulaba 7 vidas, costándole vivir por más de 70 años en cualquiera de ellas. Tuvo que buscar, y buscar, y buscar, hasta descubrir la forma de reemplazarse de un escenario vivo a otro. De hecho, fue un hombre desconocido por él, quien al menos cinco de esas siete veces le atrapó, proveniente de los aires cósmicos, antes de pasar de largo para siempre por cada lugar y tiempo por dónde necesariamente todo pasa. Atravesar por cada una de esas metamorfosis les marcaba de tal forma, que debían ellos obligarse a conservar su esencia, si era que buscaban ser atrapados más adelante, alguno de los días de la eternidad, para ser trasvertidos a una nueva realidad empalmable a cada proyecto de vida. Cada vez que un nuevo programa era atrapado, se creía venía para contaminar todo el plan, entonces había que considerarlo inapropiado, riesgoso, y por qué no, peligroso. Empero, los códigos éticos de la Empresa apostaban al interdicto del homicidio como forma de aniquilar aquellos programas, de modo que cuando uno lograba pasar, había que invertir recursos y tiempo para trasvertirlo a otro plano cuanto antes.
De eso se trataba el efecto enloquecedor procurado por los cambios abruptos de una realidad a otra… En el decurso del tiempo en un plano resultó más apropiado trasverter los programas a cuentagotas, mientras que en otros decursos tales procesos se encontrarían más bien por debajo de las escalas sintónicas que mantenían con vida miles de otras realidades asimétricas. Debieron sucederse varias generaciones de Empresarios, quizás tres, o cuatro, antes de que el material valioso empezara a cristalizarse en sus cerebros, casi como una especie de tercer hemisferio: áreas diferenciadas por completo de las redes adaptadas durante muchas generaciones repetitivas, como las encargadas de proveer sensores y percepción en consecuencia, o como las adaptadas a llevar a efecto procesos de afectación capaces de activar las máquinas del tiempo, como vehículos egregados y naves de transportación. Las condiciones marítimas constituían definitivamente la clave de la oxigenación de la vida, mientras que las netamente terrestres las de su oxidamiento. Para crear un tercer hemisferio en el cerebro aquellas condiciones eran insustituibles. Por otra parte, las nuevas áreas diferenciadas deberían pertenecer a realidades naturales afines a la esencia, y a la consecuencia. Ellos habían experimentado como los sentidos eran capaces de apropiarse a nuevas realidades, mediante creativos procesos de maleabilidad neural, a partir de los cuales se inoculaban en mundos nunca antes vistos por seres de planos asintónicos, a los cuales daban vida, convirtiéndolos en propietarios de un amplio nicho natural donde poder continuar experimentando sin ser molestados por las corrientes de vida circunvecinas. ¿Sus objetivos? Mantenerse ellos mismos con vida a expensas de Lógica Regenerativa de Procesos Expansivos.
Cuando los primeros Empresarios se convencieron de que habían estado atrapando incidentalmente sistemas íntegros de minimización celular, y en definitiva, procesándolos a lo amplio de toda la línea de sensorización, ya era tarde. Todos ellos habían terminado siendo trasvertidos, y ya no habría forma posible de escapar del proceso. Recordarlo era imposible, 400 años representaban apenas una septésima parte del tiempo requerido para aprender y contentar un tercer hemisferio.
Ese tercer hemisferio estaría fundamentalmente a cargo de procesar el cambio, en su medida, intentando refrenar la avalancha de mutaciones de que eran víctimas todas las civilizaciones escalares, induciendo a los individuos a tomar serias determinaciones en el concurso de sus vidas, y perdiendo todos, definitivamente, el único y verdadero sentido de la esencia de la vida. Ahí estaba la diferencia entre sobrevivir, o extinguirse para siempre.
Entre los Empresarios cuestionaban la idea de que las civilizaciones duraran realmente. La esperanza de vida poco significaría para alguien que está absolutamente convencido de que es mortal, y punto. Ellos comprobaron como alguien que es inocente del proceso de desaparecer, su esencia se comporta de manera distinta a una que ya ha atravesado la PNL* en ese sentido, conduciéndola a planos que viajan en el ultraespacio, destinados todos a pasar en algún momento de nuevo.
-Será mejor que se ahorre lo demás- le pidió amablemente Aproppion-. A Sedujana le interesará percibir esas manifestaciones- se para frente a una puerta de metal oro relumbroso entre plata y bronce, la abre, y los invita a pasar…
(*) PNL: Programación Neuro Lingüística
Continuará
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