Quise saber cómo me percibía su alma y un día mientras dormía, entre por entre sus oscuras pupilas, a lo más insondable de sus sentimientos y en un cofre de oro puro, encontré el diario de su vida, lo tomé nerviosamente entre mis manos, mientras traspiraba copiosamente, por el temor de descubrir, que no me amaba.
Pude al fin abrir el libro de sus sueños y aventuras, supe de amores de otras épocas y de algunas de sus locas correrías, del primer beso,
que robaron de su dulce boca.
Leí atentamente, como buscaba el amor verdadero, sin encontrarlo
quise cerrarlo, pero más pudo mi capricho de enamorado y leí abismado como la bella flor, nunca había encontrado al amor deseado, de nuevo quise deje de leer, pero mis manos no se separaba del diario.
Mis ojos inquietos buscaban, ¿qué sé yo? una verdad para calmar mis ansias de enamorado.
Se fue haciendo tarde y me fui rápidamente al último capítulo de diario y sorprendido leí, estas palabras.
Al fin llego la luz a mi alma, el amor de la vida que tanto añoraba,
de pronto, vi florecer el desierto y como mira pudo contemplar mi alma el azul celeste del firmamento y pude al fin contar con las alas de amor, todos los luceros del cielo, porque al fin, arribo el amor que tanto esperaba.
Lloré de alegría y me salí despacio por entre sus pupilas,
ella despertó y me hice el dormido, me rosó con sus labios de fresa y me dijo quedo, gracias amor, por fin brilla en mi la luz de la pasión
en lo profundo de mi alma enamorada..